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Batallas contra el INE, omnipresencia de López Obrador y covid: México inicia su campaña electoral más grande y extraña

Morena parte como puntero en las encuestas y se enzarza contra el organismo que vigila la contienda política por la suspensión de dos candidaturas clave para su proyecto electoral

México inicia la campaña electoral más grande de su historia y posiblemente una de las más extrañas debido a un inesperado protagonista: la covid, que está por ver en qué medida modifica el curso de los acontecimientos electorales. Arrecia también la polémica entre el Instituto Nacional Electoral (INE) y el partido en el poder, Morena, que ha visto como le impedían el registro de medio centenar de candidatos y no ha ahorrado en críticas, incluso sugiriendo la extinción del propio Instituto que al presidente de Morena, Mario Delgado, le parece que juega en su contra de forma partidista. Aunque el presidente no aparecerá en la boleta, los comicios de junio próximo se perfilan como un inmenso referéndum con dos grandes polos: los partidos a favor y en contra del proyecto de Andrés Manuel López Obrador, que llega fortalecido y como puntero en las encuestas de la mayoría de los cargos en juego.

A los asuntos clásicos que afectan al país, como la violencia y la inseguridad, se suman en esta ocasión las vacunas contra la pandemia, porque la alianza Va por México ―la coalición entre el Partido Revolucionario Institucional, el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD)―, insinúan que pueden convertirse en una herramienta para conseguir votos por parte del partido de López Obrador. Una herramienta que los opositores tampoco desperdician en sus mítines. El líder del PAN, Marko Cortés, también ha prometido más biológicos y energías limpias, uno de los puntos flacos del actual Gobierno.

El PAN, el PRI y el PRD, antiguos rivales y protagonistas de la política de las últimas décadas, han decidido formar un frente opositor para recuperarse del descalabro sufrido en las elecciones de 2018 y defender los últimos feudos que les quedan ante la popularidad y el arrastre electoral del presidente. Con todo, Morena, que se juega por encima de todo su mayoría en la Cámara de Diputados, parte como favorito en más de la mitad de los 15 Estados que irán a las urnas para elegir gobernador. Los electores que le dieron la espalda a los partidos tradicionales y que están desencantados con el Gobierno actual encabezan un segmento cada vez más nutrido de indecisos.

El feminismo es otro de los movimientos que más tienen que decir en esta campaña, con un protagonista que sigue haciendo mucho ruido, el abanderado de Morena para la gubernatura de Guerrero, Félix Salgado Macedonio, cuya candidatura electoral está anulada por el INE por deficiencias en sus cuentas preelectorales. Salgado, a quien se le ha pedido que respete la decisión, hace caso omiso y llama marchas a lo que a todas luces son mítines políticos. Este domingo se organizó otra en Acapulco para reclamar su vuelta a la contienda. Miles de seguidores gritaron de nuevo que Salgado es “la esperanza” y la decisión del pueblo para Guerrero. Entre músicas, el político, acusado de dos violaciones, comenzaba su periplo electoral aun con su candidatura suspendida. La comisión de Quejas y Denuncias ha ordenado a Morena que no difunda la imagen de Salgado como candidato. El Tribunal Electoral tendrá la última palabra sobre el futuro político del senador con licencia, que ha apostado por agazaparse en el apoyo que le ha dado el presidente.

No es el único frente que tiene abierto Morena con el INE, que también ha echado abajo la candidatura de Raúl Morón como aspirante a la gubernatura de Michoacán. Para Delgado, ambos líderes son la opción del pueblo y ha acusado a dos consejeros del Instituto, Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, de “traidores a la democracia” por “querer alterar la voluntad ciudadana”, dijo en Campeche recientemente. Córdova se ha defendido señalando que están siendo objeto de presiones para amedrentarlos, pero reafirma el compromiso de la institución por seguir siendo un “árbitro vigilante” en este proceso, en el que intervienen 10 partidos políticos y dos coaliciones. Tres nuevas formaciones, que han decidido orbitar como satélites del movimiento de López Obrador, buscan rebasar el umbral del 3% de los votos para mantener el registro.

La pelea con el INE ha marcado las semanas previas al arranque de la campaña, también por la actuación del presidente en las mañaneras, que el Instituto considera que no son discursos adecuados en tiempo electoral y ha prohibido la retransmisión íntegra de estas conferencias matutinas, que ahora serán editadas por los medios de comunicación como consideren. Este fin de semana, el presidente, que días antes firmó un acuerdo con todos los gobernadores para evitar el juego sucio en la campaña, publicó en sus redes una viñeta del Fisgón crítica con el PRI y el PAN, lo que ha despertado de nuevo la polémica.

La ventaja con que sale a competir el partido de López Obrador es manifiesta. Las últimas encuestas le daban vencedor sin que la suma de sus adversarios políticos le hiciera sombra, lo que le otorgaría un enorme poder en las instituciones. Esa desequilibrada correlación de fuerzas es la que buscan derribar los líderes de la oposición, que insiste en que la concentración del poder en la silla presidencial implica un punto de no retorno para la democracia mexicana. El presidente del PRD, Jesús Zambrano, ha asegurado, por ejemplo, que de no cambiar ese balance entre unos y otros estará en cuestión la libertad del país en los próximos años. Morena, en el otro extremo, da la vuelta al mismo mensaje: el cambio de régimen que impulsa López Obrador y que ha batallado para materializarse más allá de los discursos necesita de nuevo el apoyo masivo de los votantes para ser una realidad.

La violencia es otra de las máximas preocupaciones de los ciudadanos en todos los Estados en que se celebran elecciones, ya sea para renovar la gubernatura, las presidencias municipales o los asientos en los Congresos locales. Un total de 20.000 cargos pasarán por las urnas. Pero algunos candidatos ya han perdido la vida en el intento. 65 políticos y 80 servidores públicos sin militancia ha sido asesinados en esta precampaña desde septiembre pasado, con datos cerrados de marzo, según el recuento exhaustivo que lleva a cabo la consultora Etellekt. El ámbito municipal sigue siendo el más castigado y Veracruz, el Estado arriba de la lista, que concentra el 13,8% de las víctimas. Este proceso electoral es ya el segundo más violento desde el pico que se sufrió en 2000. No faltan, además, otros tipos de agresiones, como amenazas, secuestros, violencia contra familiares o daños a la propiedad. El 45% de las agresiones se cometieron a balazos. Un dato que Etellekt siempre destaca es la incidencia mayoritaria de estos asesinatos sobre políticos opositores que buscan cambiar el signo electoral en sus pueblos. El PRI es la formación más afectada por ahora, con 13 víctimas mortales.

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Nacional
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