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EL UNIVERSAL: En el limbo, vacunación de jornaleros migrantes

En México, entre 4 y 5 millones de jornaleros agrícolas en el país, entre ellos poco más de 200 mil adultos mayores de 60 años, están en el limbo del esquema nacional de vacunación contra el Covid-19, pues no han sido inmunizados y están en riesgo de no serlo al estar fuera de los programas de la Secretaría de Salud (Ssa) y de los gobiernos estatales, denunciaron organizaciones de trabajadores agrícolas y de derechos humanos.

De acuerdo con información de la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas y con el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, estos trabajadores no han sido atendidos a pesar de ser catalogados por el gobierno federal como trabajadores esenciales desde el inicio de la pandemia, por su contribución en la producción de alimentos durante la actual emergencia sanitaria.

Explican que los jornaleros agrícolas pertenecen a la población más pobre del país, pasan largas temporadas del año viajando para trabajar y sobrevivir con bajos salarios en estados del norte de México y que, si bien están contemplados en el Plan Nacional de Vacunación, en la realidad nunca recibieron atención médica o medidas de prevención durante la pandemia.

José Solano, de 69 años, de Metlatónoc, Guerrero, acaba de regresar a su comunidad después de cuatro meses de laborar como jornalero en Escuinapa, Sinaloa, en la pizca del jitomate y chile.

“En mi pueblo no llegaron las vacunas y, si hubieran llegado, yo no estaba porque andaba trabajando en el jitomate, en Sinaloa, y allá en los campos agrícolas ni nos dijeron, ni nos enteramos.

“Como si no existiéramos ni para los patrones ni para el gobierno”, apunta.

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La Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas (Rejja) expone en un informe que este grupo de jornaleros-migrantes lo conforman entre 4 y 5 millones de personas, entre ellos, más de 200 mil adultos mayores que, a pesar de que ya concluyó el proceso de vacunación contra el Covid-19 para ese rango de edad, no fueron incluidos ni se diseñó ninguna estrategia para inmunizarlos en los campos agrícolas donde laboran.

Agrega que debido a esa situación son una población abandonada por el Estado, a pesar de que fueron considerados como esenciales en la pandemia.

Al respecto, Margarita Nemesio, coordinadora de Rejja, comparte a EL UNIVERSAL que estos millones de mexicanos que viajan en familia de las zonas más pobres del país, sobre todo indígenas de estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas, a entidades como Baja California, Sonora, Sinaloa y Guanajuato “son entre 4 y 5 millones que durante 2020 y lo que va de 2021, a pesar de la pandemia, no dejaron de sembrar y cosechar alimentos para millones de mexicanos y estadounidenses, ya que muchas de las empresas y ranchos donde laboran son agroexportadores”.

Familias en situación de pobreza son las que viajan a otros estados a los campos.

Expone que se trata de familias completas, padres, hijos, nietos, abuelos, tíos que salen de regiones como Tlapa, Guerrero, por temporadas en un circuito que los puede llevar a varios estados a trabajar por algunos meses.

Desde los menores de edad hasta los abuelos laboran en los campos agrícolas para poder pagar la renta de los cuartos donde duermen, la comida, los servicios y el transporte.

La Red detalla que de los 5 millones de jornaleros y sus familias que viajan a campos agrícolas de otros estados, 206 mil son adultos mayores. De esa última cifra, 23 mil tienen 75 años.

“Más de 200 mil adultos mayores no fueron vacunados porque al momento de la campaña no estaban en sus comunidades y en los campos agrícolas donde se encontraban no fueron contemplados ni por la Secretaría de Salud ni por los gobiernos estatales.

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“Lo mismo ocurrió con los de 51 a 60 años y está ocurriendo con los de 41 a 50 años”, declara Margarita Nemesio, socióloga y coordinadora del área del Derecho al Trabajo Decente, en el Centro de Estudios en Cooperación Internacional y Gestión Pública, A.C. (CECIG).

“Hicimos un monitoreo de familias oriundas de la Montaña de Guerrero que son jornaleros agrícolas y que en este momento están en Sinaloa.

“Lo que detectamos es que ni fueron vacunados en sus pueblos de origen, por no estar en el momento en el que les podría tocar, ni tampoco donde están ahora trabajando”, explica.

Ni siquiera, agrega, se les ha informado de la campaña de vacunación, dónde estarán los módulos, los requisitos, además de que son jornaleros que salen a trabajar casi de madrugada y regresan por la tarde-noche a los campamentos, a las galeras, a las viviendas donde viven en Sinaloa, en Sonora, en Guanajuato o en otros estados del país.

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En ese sentido, detalla la especialista que el problema mayor es con los jornaleros que trabajan con productores pequeños, en ranchos y en viveros donde no tienen la infraestructura ni la capacidad para acercar la vacuna a estos adultos mayores.

Muchas de estas personas incluso viajan con las familias de jornaleros, algunos, los de mayor edad y de más de 70 años, ya no para trabajar, sino para apoyar en el cuidado de los niños, pues no hay guarderías, pero igual están al margen de cualquier posibilidad de vacunación.

El director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Abel Barrera, menciona que de la Montaña de Guerrero salen todos los años miles de familias enteras a trabajar al norte del país desde hace 40 años, ello por la pobreza extrema que existe en esa región.

Destaca que también han estado en el abandono durante la pandemia, sin acceso a vacunas en comunidades donde no llegan las brigadas y la población no tiene recursos o medios para trasladarse a las cabeceras municipales.

“Son una población migrante, que no sólo sale de Guerrero, también de Chiapas, de Oaxaca, del Estado de México, de muchas zonas indígenas. Están sometidos a un trabajo esclavizante y con salarios muy bajos, sumado a que durante la pandemia quedaron invisibilizados por la falta de servicios médicos y ahora de las vacunas. Nadie se acerca a decirles que hay un virus, los riesgos, que hay una campaña de vacunación”, lamenta.

Menciona que los jornaleros de esas comunidades están distribuidos en 84 campos agrícolas de los estados de Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora y Zacatecas.

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