En medio de confusión y lineamientos opuestos, el chico sorteó todos los filtros en el deportivo Xochimilco y se logró aplicar la segunda dosis de Pfizer
Emiliano, de 15 años, se convirtió en el primer menor de edad vacunado en México, en medio de versiones encontradas sobre si está permitido o no hacerlo en nuestro país.
Al menos, fue la primera aplicación pública, sin clandestinidad ni tráfico de influencias. Tampoco mediante un amparo.
Los padres presentaron al adolescente en el desbordado deportivo Xochimilco, en la Ciudad de México, donde comenzó a aplicarse desde el jueves la vacuna Pfizer, cuyo uso de emergencia en chicos de 12 a 17 años fue aprobado por Cofepris desde el pasado 24 de junio.
Pese al aval de la Comisión, la Secretaría de Salud no ha respaldado la inmunización masiva a menores.
“Escuchamos el mensaje de un funcionario del gobierno de la ciudad en el que decía que todos aquellos que hubieran recibido la primera dosis de Pfizer en el extranjero, podrían ponerse la segunda dosis en Xochimilco”, explicó Patricia, la madre.
Este reportero investigó la fuente: era una conferencia de prensa ofrecida por Eduardo Clark García, director de la Agencia Digital de Innovación Pública, el pasado 14 de agosto, en la cual dio a conocer la llamada Fase 25 del Programa de Vacunación en la ciudad. Ahí, comentó: “En el caso de Pfizer, también estamos atendiendo a personas que se vacunaron fuera de la Ciudad de México, inclusive fuera del país, que ya se les haya pasado el tiempo”.
“La noticia fue replicada en varios periódicos y estaciones de radio, pero cuando buscábamos en la página oficial del gobierno o de la Secretaría de Salud, no encontrábamos nada. No había certeza sobre el asunto”, describió Patricia.
Emiliano había sido vacunado con Pfizer (primera dosis) en Estados Unidos, el pasado 29 de junio, y en el documento emitido por las autoridades estadounidenses señalaba el jueves 19 de agosto como el día para la aplicación de la segunda dosis.
“Por cuestiones de trabajo y escuela, ya no era posible viajar a Estados Unidos en estos días, por lo que estábamos a la espera de aplicarle el refuerzo aquí en México”.
La incertidumbre de los padres pareció desaparecer a principios de esta semana, cuando -en su búsqueda por tener claridad- encontraron un oficio, el 3255 de 2021, redactado y firmado por el doctor Ruy López Ridaura, director general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (CENAPRECE), órgano desconcentrado de la SS encargado de coordinar la vacunación en territorio nacional.
En el escrito, emitido el pasado 10 de agosto y dirigido a todos los coordinadores de las brigadas especiales, el funcionario instruyó: “En seguimiento a las acciones de vacunación contra Covid-19, se reitera que la aplicación de vacunas debe ser en estricto apego a la Política Nacional de Vacunación, por lo que sólo se deberá vacunar a personas de 18 y más”.
Sin embargo, enfatizó: “En el caso de la vacuna Pzifer/BioNTech, se podrá utilizar para completar esquemas de personas, desde los 12 años, únicamente cuando hayan sido vacunadas en Estados Unidos de América con primera dosis de Pfizer o Moderna, presentando su comprobante de vacunación”.
Con ese documento de López Ridaura y el pequeño carnet estadounidense, acudieron al deportivo Xochimilco, donde se abalanzaron decenas de miles de personas, en especial de entre 18 y 29 años.
Las filas -de jóvenes y rezagados de Pfizer- se extendían en derredor del complejo. Emiliano y sus padres optaron por formarse y esperar…
En el inter, se toparon con distintos organizadores y voluntarios del gobierno capitalino y de la Secretaría del Bienestar, quienes tenían posturas contradictorias sobre el caso. Unos hablaban de la prohibición, otros sugerían seguir formados hasta ingresar a la carpa dentro del deportivo y consultar ahí a los médicos encargados del proceso.
Y así lo hicieron: transcurrieron las horas y la familia superó todos los filtros con los dos documentos referidos en mano.
Ya cerca de la carpa de aplicación, reinaba el apremio, entre un mar de solicitantes, quienes resolvían sus dudas finales y alistaban sus papeles.
“Deben de tener listo su registro de vacunación, con todos sus datos”, repetía una de las organizadoras por altavoz.
Emiliano carecía de ese registro. Con anticipación, sus padres intentaron imprimirlo en el sitio web oficial, pero la solicitud fue rechazada porque el CURP no correspondía a un mayor de edad.
Con ayuda de un Servidor de la Nación, uno de los padres decidió buscar a la doctora responsable, a quien no fue fácil encontrar entre la multitud, mientras el quinceañero continuó en la fila.
“Hemos estado vacunando gente del extranjero con ese carnet de Estados Unidos, pero son mayores de edad; su hijo tiene doble restricción porque es menor, y en México no se ha aprobado la vacunación en menores”, decía entre el embrollo la mujer del altavoz.
-Tenemos el oficio firmado por Ruy López…
-Esa información no ha bajado a los niveles operativos; primero lo debe aprobar el Comité de Salud y luego se da la instrucción a las bases…
-El oficio fue emitido desde el 10 de agosto…
-La última orden que tenemos es que no hay vacunación para menores, por una cuestión legal, más que médica, pero pregúntele a la doctora.
Pero ella, tardó en aparecer. Cuando al fin se le ubicó y se le explicó el caso, su respuesta fue: “Si es menor, no lo vacunaremos”.
El lineamiento no era compartido por todos los funcionarios en el lugar. Predominó la confusión. Cuando el padre buscó a Emiliano para llevarlo a casa, éste había sorteado ya el último filtro y las enfermeras alistaban la jeringa para vacunarlo.
El menor contaría después lo sucedido: “Mi papá se tardó mucho en regresar, de pronto la fila fue avanzando más rápido y yo llegué a la última mesa. Me pidieron los papeles, pero les dije que sólo traía el que me dieron en Estados Unidos durante la primera dosis, y que venía por la segunda. Una señora decía que no podía pasar, pero otra le dijo: ´ya déjalo, es un caso especial´. Ya con las enfermeras, no me pidieron nada”.
-Eres el primer niño vacunado en México siguiendo el proceso normal -se le comentó.
-No entiendo por qué el gobierno no nos vacuna. A lo mejor no sufrimos tanto la enfermedad, pero podemos ser fuente de contagio para nuestros padres y abuelos…