La oposición al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador intenta rearmarse con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil. Cuando a finales del año pasado echó a andar la coalición Va por México, integrada por el PRI, el PAN y e PRD, lo hizo con una declaración de intenciones: “rescatar” al país con vistas de las elecciones federales y locales de junio. El resultado de ese bloque de fuerzas con notables diferencias programáticas e ideológicas, que se unieron bajo el principio de todos contra Morena, fue más que incierto. La formación oficialista amplió su poder territorial, aunque tocó techo en el Congreso. Con una agenda política centrada ahora en la actividad legislativa y en los primeros movimientos hacia las presidenciales de 2024, esa alianza busca un impulso ante la desarticulación y la falta de liderazgos fuertes.
La fotografía, que generó indignación porque en ella figuran una docena de hombres y ninguna mujer, empezó a circular el lunes por la noche. Están los dirigentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno, del Partido de Acción Nacional (PAN), Marko Cortés, y del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Zambrano. Junto a ellos, dos representantes de la llamada “sociedad civil organizada”: Claudio X. González, fundador de la plataforma Sí por México y de Mexicanos contra la corrupción, y Gustavo Hoyos, presidente a la organización Alternativas. Los participantes reafirmaron el compromiso con la coalición y en sus declaraciones se repiten palabras como “firmeza”, “solidez” o “paso seguro”. Sin embargo, la renovación de la alianza coincide con un momento especialmente delicado para el PRI, que aún se debate entre las presiones del Ejecutivo para apoyar una reforma eléctrica que desmantela el modelo del expresidente Enrique Peña Nieto y las del resto de la oposición, que rechaza la nueva ley.
El partido, que gobernó México ininterrumpidamente durante siete décadas, todavía no ha definido una posición oficial sobre la iniciativa energética, pero la discusión ya ha abierto grietas en sus filas. Su presidente, Alejandro Moreno, trata esta semana de ofrecer una imagen de cohesión y utilidad. “Que nadie lo dude, somos una coalición sólida, que se fortalece cada día”, manifestó. Agregó que la unidad de la alianza “no solo es electoral sino también legislativa” y que la visión del bloque está “del lado de los mexicanos”. Moreno agradeció, desde las redes sociales, también la colaboración de Sí por México para “abanderar las verdades causas que importan al país”. “El asunto central de la reunión fue ratificar la coalición, que la coalición va… Va por México está firme”, escribió Claudio X. González en Twitter.
La reforma eléctrica es precisamente uno de los asuntos que puede hacer tambalear la coalición. Sobre todo el PAN ha sugerido que no admitiría concesiones. También el PRD, el antiguo partido de López Obrador, la rechaza. “Nosotros decimos que esencialmente es regresiva y que no deberíamos acompañarla”, mantuvo su dirigente, Jesús Zambrano, quien se mostró confiado sobre el futuro y defendió en un comunicado que “la coalición sigue firme y avanza con paso seguro sobre la agenda legislativa que hemos acordado”.
El sentido final de la alianza, más allá de la actividad parlamentaria de la legislatura que acaba de comenzar, es caminar hacia las elecciones presidenciales. En ese horizonte, no solo no hay candidatos claros en las filas opositoras, sino que tampoco hay un ruido de fondo o se escuchan las especulaciones que sí agitan al Movimiento Regeneración Nacional y al Gobierno. En todas las quinielas, del lado de la fuerza oficialista, siempre suenan tres nombres: el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard; la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; y el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal. El mandatario aún no se ha definido ni ha dado oficialmente permiso a los aspirantes para abrir los juegos, pero la carrera ya ha comenzado.
Este martes López Obrador ha asegurado que no tiene un candidato favorito. Ha defendido el método de la encuesta entre simpatizantes para decidir a su sucesor, frente a otras voces que preferirían un sistema clásico de elecciones primarias, y al ser preguntado al respecto durante la conferencia de prensa matutina ha afirmado: “Entonces me pides mi opinión, te digo: no tengo ningún preferido, a ninguna preferida, hablando en términos de pluralidad y de género”.
El presidente ha agregado que el cartel electoral lo decidirán los ciudadanos: “Se hace una encuesta, dos, tres y se ve quién es quién. Y se resuelve el problema, eso es el método que yo considero más conveniente”. Hace semanas revolvió el debate interno al poner notas a los dirigentes de Morena. Sheinbaum, dijo, “es de primera”. “Y hay otros servidores públicos del Gobierno que también tienen MB [muy bien], casi todos MB. Está muy bien. Pero de Gobiernos independientes, autónomos, soberanos, como el Gobierno de la ciudad, Claudia, de primera”, consideró. Al mismo tiempo, negó rivalidades entre los tres: “Ellos son amigos. Todos son amigos, todos son compañeros. Todos tenemos un propósito superior, que es la transformación de nuestro país”.
En cualquier caso, mientras el presidente y el juego de la sucesión acaparan los focos, la oposición sigue sin un camino electoral definido. Y el voto de la reforma eléctrica, que ya ha empezado a analizarse en la Cámara de Diputados, y las próximas iniciativas constitucionales serán el engranaje que ponga el PRI ante el espejo y que, en buena medida, determinará la competición de 2024.