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Filippo Grandi: “México vive una crisis migratoria sin precedentes”

El máximo responsable del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, ha visitado México esta semana en el marco de unos acuerdos firmados con el Gobierno para tratar la emergencia de refugiados que vive estos días el país. Unos días antes de la entrevista, la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (Comar), alertaba de que las peticiones de asilo se han disparado en lo que va de año, más de 116.000, casi tres veces la cifra del año pasado y más del doble que hace dos. Las caravanas que parten casi semanalmente desde la capital del sur, Tapachula (Chiapas), ofrecen un nuevo rostro de la tragedia que viven miles de personas en su paso por el país. Hace solo cinco días, las autoridades de Migración detuvieron a 600 migrantes hacinados en tráileres en Veracruz, y el goteo diario de cientos más mantiene al borde del colapso a las ciudades fronterizas con Guatemala y, al norte, con Estados Unidos. “México vive una crisis migratoria sin precedentes”, declara Grandi en una entrevista a EL PAÍS.

El Alto Comisionado explica que el principal reto es ofrecer alternativas migratorias diferentes del refugio a los miles de migrantes que cada año cruzan México. Para muchos, ante la tarea titánica que supone desde hace años llegar a Estados Unidos sin ser detenido y deportado, la solicitud de asilo es la única salida. De manera que México se ha convertido recientemente en un país de destino y no solo de paso, como lo había sido tradicionalmente. Y este nuevo contexto obliga a repensar la estrategia migratoria para dar respuesta a miles de personas que buscan un futuro no tan al norte.

Pregunta. ¿Qué tan grande observa la crisis de desplazados que vive México en los últimos meses?

Respuesta. No me gusta decir nunca si es la más grande, la más pequeña, la más urgente... Porque tenemos desafortunadamente en la región un número creciente de crisis de refugiados. Pero lo que está claro es que México se encuentra hoy bajo una crisis sin precedentes, con una presión de flujos de personas desde la frontera sur, no solo con la migración tradicional de los que vienen de Centroamérica, sino también de venezolanos, haitianos y otros en número creciente. Además, tiene la presión del norte, que es muy particular porque es el resultado de las políticas migratorias de Estados Unidos. Vamos a ver qué pasa allá con el MPP [Protocolo de Protección de Migrantes, por sus siglas en inglés], con el Título 42, que es muy problemático a pesar de que comprendimos la situación particular en la que se implantó [con la pandemia], viola el principio básico de permitir que las personas tengan acceso al proceso de asilo y están siendo devueltos a sus países de origen de donde huyeron por violencia.

P. Dada la enorme carga de trabajo y el bajo presupuesto que ha denunciado la Comar, una institución a la que apoyan desde hace años con recursos, donde en zonas críticas como Tapachula trabajan hasta en la misma oficina y parecen el mismo personal, ¿en qué medida el órgano gubernamental necesita de ACNUR para existir?

R. Creo que a pesar de la difícil situación, especialmente con la llegada de gente de Haití, he observado en esta visita un progreso fenomenal de la Comar. Yo me acuerdo muy bien de cómo era hace cuatro años y ahora tiene mucha más presencia. Ayer inauguramos una oficina de la Comar en Tijuana y hace dos años inauguramos la oficina de Tapachula. Esto es importante y tenemos que reconocerlo, porque capacidad, tiene. Pero desafortunadamente los desafíos crecen más rápidamente que la capacidad de la Comar.

En cuanto a financiación, más del 60% del presupuesto de la Comar viene de ACNUR. Hemos tenido una reunión muy constructiva con el subsecretario Alejandro Encinas y le he repetido lo que he dicho muchas veces: es necesario que el Gobierno invierta más recursos en esta institución nacional, y más todavía en una situación de crisis migratoria de esta dimensión. Pero además, es necesario explorar alternativas migratorias diferentes al refugio. Y hemos observado buena voluntad política para esto.

P. Ahora un migrante que pisa suelo mexicano no tiene más opción que pedir el refugio para no ser detenido, no tanto porque quiera quedarse a vivir en México, ¿se ha desvirtuado el concepto de asilo?

R. El problema es que no puede ser el único recurso. Ahora mismo el problema son los haitianos. La Comar está saturada de trabajo, especialmente en las oficinas de Tapachula, por las solicitudes de asilo de la gente de Haití que además no tienen razón para pedirlo, muchos vienen de países que no están catalogados como violentos o de riesgo, como Brasil o Chile. Y muy probablemente no van a recibir un reconocimiento como refugiados. Pero esta es la única medida que tienen para entrar al país y son un grupo particularmente vulnerable, no se pueden regresar a su país de origen. Es una situación muy especial y nuestra propuesta al Gobierno es establecer lo que llamamos una alternativa migratoria. Una condición que puede ser formulada de maneras muy distintas, pero que les permita quedarse aquí legalmente sin refugio.

P. Pero esas alternativas ya existen, las visas humanitarias, las temporales, las de trabajo... No es necesario crear unas nuevas. ¿Por qué cree que no se aplican?

R. Si existen tienen que ser adaptadas a esta nueva situación. Pero lo que he observado es una voluntad de hacer algo concreto porque no se puede seguir así, porque pone en una situación de riesgo a muchas personas que tienen que esperar mucho para un trámite. Y cuando esperan, se crea frustración, miedo. Las caravanas están impulsadas por esa situación de incertidumbre. Entonces yo creo que hay un contexto favorable a la aplicación de nuevas medidas. Pero esto no es un problema solo de México, es el problema fundamental de Europa, lo de no ofrecer una medida alternativa migratoria. En España, Italia, en el Mediterráneo, y también en Estados Unidos. Por eso pienso que si podemos lograr aquí una alternativa migratoria que funcone sería un modelo muy interesante para otros países desarrollados. Yo tengo un interés global también en esta respuesta. Es el futuro de la movilidad humana.

P. Es inevitable acordarse de enero de 2019, cuando en el paso fronterizo de Guatemala a México, el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó una medida histórica de regularizar con visas humanitarias a todos los migrantes que llegaban, aunque aquello duró apenas unas semanas. ¿Cómo lo observaron ustedes entonces?, ¿les pareció una posible solución?

R. Es una pregunta muy compleja. Porque el contexto político regional es completamente diferente, estaba Donald Trump. Creo que lo que los tres presidentes de México, Estados Unidos y Canadá acordaron la semana pasada en Washington es muy interesante porque es una de las conclusiones de la cumbre regional. Desarrollar un pacto migratorio regional. Esto es importante y esto es nuevo. Formulado así, aunque todavía no conocemos los detalles, es muy interesante. Esta es la diferencia con el periodo de Trump. Cuando el contexto no era similar ni de colaboración, claro. Todos estos países y particularmente México y Estados Unidos, tienen agendas domésticas, pero un mayor interés en colaborar.

—Unos minutos después de la entrevista, Grandi matiza esta respuesta a través de un mensaje de su gente de prensa: “La postura de ACNUR es que esto no es a lo que nos referimos con alternativas migratorias, pues fue una reacción no planeada y no integral que no garantizaba soluciones para las personas. Ahora planteamos algo mucho más integral, con alternativas reales”—.

P. Tras los últimos desastres naturales, terremoto en Haití, huracanes, crisis sanitaria y económica por la pandemia... ¿Esperan que el año que viene la crisis de refugiados sea todavía más crítica?

R. No lo sé, espero que no, pero los factores son muchos. Estoy muy preocupado. No hemos visto una disminución en los últimos años. Desafortunadamente, no soy muy optimista. Yo creo que vamos a ver un aumento del número de las personas desplazadas y de la complejidad también de esos flujos.

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Nacional
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