México podría alcanzar las estrellas pero le faltan recursos. Mientras el mundo compite en una nueva carrera espacial, en nuestro país la Agencia Espacial Mexicana (AEM), la cual se fundó en julio de 2010, no termina de despegar.
Actualmente, la estrategia del país para ser competitivos en materia aeroespacial es sumar esfuerzos con la región a través de la creación de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE), de la cual México será sede y líder del proyecto.
El principal problema para que funcione, relatan especialistas, investigadores e involucrados en la creación de la nueva Agencia, es la falta de recursos, recortes presupuestales y desaparición de fondos en la materia por parte del Gobierno federal.
Esta situación, explican, es el principal obstáculo, ya que detiene proyectos de investigación y ocasiona la fuga de cerebros a agencias espaciales de otros países.
El 20 de abril de 2010 se promulgó la Ley que crea la Agencia Espacial Mexicana, el 13 de julio de ese mismo año se publicó en el Diario Oficial de la Federación y para finales de ese mismo mes entró en vigor.
La Junta de Gobierno de la EM fue instalada el 7 de septiembre de 2010. Ese mismo año, la Cámara de Diputados autorizó 10 millones de pesos que serían gestionados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCYT) para la creación y operación de la Agencia, pero esos recursos nunca se ejercieron.
En 2011 se anunció que la AEM tendría recursos por 100 millones de pesos, pero finalmente no se incluyó en el presupuesto. Por primera vez en su historia, la Agencia tuvo recursos propios en 2012 por 60 millones de pesos y en 2013 por 97 millones de pesos.
En los años posteriores, los recursos de la AEM nunca han superado los 100 millones de pesos, lo que contrasta con los más de 25 mil millones de dólares que invierte Estados Unidos en la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA por sus siglas en inglés)
Del dinero con el que cuenta la Agencia Espacial Mexicana solo una pequeña parte se destina a los proyectos de investigación, ya que la mayoría de los recursos se gastan en servicios personales de operación.
El génesis de la ALCE
La reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) de septiembre pasado en México dio a luz la creación de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE), la cual fue ratificada el 16 de marzo en el Senado de la República.
Entre los objetivos del Convenio Constitutivo de la ALCE, más que la investigación y exploración espacial, se encuentra el reforzamiento de la industria aeroespacial mexicana
De acuerdo con la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (FEMIA), el sector ha presentado un crecimiento superior al 19 por ciento anual desde 2004, que se ha reflejado, entre otras cosas, en clústers industriales especializados en Baja California, Sonora, Chihuahua y Nuevo León, así como en Querétaro y Guanajuato.
Pese al impacto económico de la pandemia, las exportaciones del sector en 2020 se ubicaron en los 6 mil 250 millones de dólares, en tanto que en 2021 rondaron los 7 mil 650 millones de dólares y se prevé que este año podría sobrepasar los 9 mil millones de dólares.
“Desde esa óptica, con la firma y puesta en operación de la ALCE, México aspira a seguir desarrollando empresas de este sector que impulsen la generación de empleos de calidad y bien remunerados que sigan ubicando a México como un jugador competitivo de este sector en el escenario mundial”, destaca el Convenio Constitutivo.
Nacer sin recursos para la carrera espacial
El economista Roberto Escalante, por su experiencia en América Latina, fue designado como uno de los encargados para darle forma y echar a andar la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio.
Comenta, en entrevista, que los dos principales problemas que encuentra para la constitución de la misma son la falta de capital humano capacitado y capital económico.
“La Agencia es un logro importante para América Latina y el Caribe. El tema será construirla, convocar a los expertos, que no hay muchos en la región, y conseguir los recursos.
“Estas cosas no surgen ni se consolidan como resultado de la nada. Y nuestros países han puesto poco interés y pocos recursos para hacer esto. Pese a ello, ya dimos un paso adelante”, explica.
Aunque los estragos económicos ocasionados por la pandemia han golpeado duramente a la región, el doctor Escalante señala que los países no se deben de detener en los asuntos futuros y menos cuando se trata de telecomunicaciones.
“Las telecomunicaciones son muy importantes y centrales para el desarrollo, para la vida educativa, para la salud, para todo. Es importante que tengamos algo propio, sino, seguiremos en manos de las grandes corporaciones aeroespaciales que se privilegian de un mercado que debería de ser aprovechado por nosotros”, agrega.
Al preguntarle al fundador de la ALCE sobre la apertura a capital privado, comenta que puede ser una solución a los problemas económicos que se podrían enfrentar por la falta de recursos por parte de los gobiernos.
“Una mezcla provechosa de lo público y lo privado puede ser útil y hay que ser pragmáticos. Además, desde lo privado hay buenos desarrollos tecnológicos que para hacerlos desde cero en la agencia, estaríamos muy lejos”, apunta.
Finalmente, Escalante confía en que la Agencia, siempre y cuando se ponga a servicio de la sociedad, puede servir para combatir el desarrollo desigual que impera en la región.
“Nuestro principal objetivo es proveer a los países de instrumentos de comunicación, datos e información que sean útiles para la toma de decisiones y que puedan abonar en el desarrollo tan heterogéneo que tiene el territorio en América Latina y el Caribe”, concluye.