La calidad del aire ha mejorado en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) respecto a las tres últimas décadas, pero aún no se ha avanzado lo suficiente y los daños provocados a la salud siguen siendo graves.
Principalmente para las personas vulnerables, como aquellas que enfermaron de COVID-19 y tienen secuelas, o quienes tienen padecimientos como asma o enfermedades cardiovasculares, por lo que se deben de implementar acciones más contundentes.
“Cuando se exponen a estos niveles de contaminantes, estas personas empiezan a tener mayores malestares o empiezan a exacerbar su condición ya frágil, cuando están expuestos a estas concentraciones altas empiezan desde dolor de ojos, irritación de garganta o mucosa en la nariz”, dice Beatriz Cárdenas, directora de Calidad del Aire del World Resources Institute (WRI) México.
Cárdenas menciona que, incluso las personas con asma pueden llegar al hospital por una emergencia; y quienes tienen enfermedades cardiovasculares también pueden presentar daños importantes que exacerben sus condiciones, por lo que además de las acciones gubernamentales, de manera independiente se deben de adoptar otras medidas.
“Así como revisamos el pronóstico meteorológico, deberíamos de tener en mente cómo va a estar la calidad el aire y, sobre todo, si yo tengo secuelas de COVID-19, estoy con el virus o tengo alguna otra enfermedad que me va a poner en una situación más delicada”, explica.
Desde el 2017 el Gobierno de la Ciudad de México cuenta con una herramienta que pronostica la calidad del aire. Al respecto, Beatriz Cárdenas menciona que muy pocas ciudades en el mundo hacen una predicción muy certera, pero pocas personas lo revisan
Problema de antaño
El martes 29 de marzo se decretó la primera Contingencia Ambiental Atmosférica por Ozono en la ZMVM —en lo que va del 2022— por lo que de los 5.3 millones de vehículos que transitan por la Ciudad de México, 1.7 fueron sacados de circulación.
Entre las restricciones se incluyó por primera vez a los automóviles con engomado 0 y 00, con engomado rojo; y se recomendó no hacer ejercicio en exteriores entre las 13 y las 19 horas.
Sin embargo, Cárdenas señala que se deben de tomar medidas más contundentes, sobre todo por la población vulnerable que incluye a la infancia, a las mujeres embarazadas y a las personas con padecimientos crónicos.
“Es un llamado a que quienes están ahorita como autoridades empiecen a identificar qué otras cosas se pueden hacer, es una decisión difícil pero si hay bases de que ‘si dejando de hacer algo se logra el objetivo’, creo que también la ciudadanía más adelante podría apoyar”, dice.
Aunque no todos los vehículos pueden dejar de circular, una opción podría ser tener menos o que éstos sean más limpios, ya que muchos de los que son nuevos en México tienen una obsolescencia de al menos 10 años en otros países, señala.
“A lo mejor deberíamos como sociedad invertir para hacer más limpios los vehículos de transporte público, y pues muchos procesos, nos encantan las carnes al carbón, los pollos asados, pero esto tiene muchas emisiones también, el utilizar tantos solventes también afecta, la energía que utilizamos viene de una termo que quema combustóleo”, menciona.
Otras afectaciones en la calidad del aire
Las partículas finas menores a 2.5 micrómetros pasan directamente a la sangre y por eso pueden generar daños en el cerebro y en el sistema cardiovascular.
“Puedes tener incluso infartos cerebrales porque estos contaminantes a través de tu sangre se distribuyeron en todo el cuerpo, en el cerebro, en el corazón, en los pulmones”, agrega Cárdenas, exdirectora de Gestión de la Calidad del Aire de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) local.
Adicional a los daños a la salud, que incluye la muerte prematura, menciona que el ozono reduce la producción de cosechas, lo que afecta al sector agropecuario.
Otra situación es la de los incendios forestales o agrícolas, pues los contaminantes son transportados a otros lugares y al llegar a la ciudad se mezclan con los emitidos ahí y si se estancan, las condiciones pueden ser muy negativas.
“Además de la terrible pérdida de que un bosque se queme y perdamos biodiversidad, la masa forestal, estos contaminantes se van a la atmósfera y los terminamos respirando y puede tener consecuencias muy graves, sobre todo para la gente que está muy cerca del incendio”, dice.
Cárdenas, quien también colidera el programa de Calidad de Aire de WRI Global, señala que de seguir con los niveles de contaminación se puede llegar a una crisis ambiental como la del 2019, cuando se alcanzaron altos índices de contaminación atmosférica por partículas de suspensión PM 2.5 y de ozono.
“La Ciudad de México ha avanzado mucho, pero no es suficiente, porque todavía no cumplimos con los niveles de nuestras normas ni lo que dice la Organización Mundial de la Salud, todavía falta mucho más que hacer, no podemos parar y eso implica que hay que tomar algunas decisiones y algunas inversiones”, dice.
Las partículas finas menores a 2.5 micrómetros pasan directamente a la sangre y por eso pueden generar daños en el cerebro y en el sistema cardiovascular
Metrópoli contaminada
La contaminación en el aire de la Ciudad de México es uno de los principales problemas ambientales y en 2019 llegó a uno de sus puntos más críticos cuando, por primera vez, el 14 de mayo de ese año se declaró la Contingencia Ambiental Extraordinaria por la acumulación de partículas finas.
Además de poner en marcha una serie de medidas como el doble Hoy No Circula, la suspensión de clases y la restricción en la operación operación del transporte de carga, también se diseñó un nuevo modelo más estricto para decretar contingencias ambientales.
Sin embargo, la CDMX aún es considerada por asociaciones ambientalistas como Greenpeace, como la metrópoli más contaminada del país por encima de urbes como Monterrey y Guadalajara.