Con sus aliados del PES y el Verde, en Morelos y SLP, son dos entidades más
La jornada electoral celebrada este domingo arrojó la alternancia del poder en cuatro de las entidades en disputa, las cuales fueron ganadas, conforme a los conteos rápidos elaborados por el Instituto Nacional Electoral, por Morena: Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. El saldo de la coalición Va por México es un retroceso, las seis gubernaturas en disputa estaban bajo administración de algunos de los partidos que lo conforman (cuatro del PAN y dos del PRI) y sólo retuvieron dos, Aguascalientes y Durango.
Más allá de las coaliciones a nivel partidista, el PRI fue el que registró un mayor retroceso al perder las dos entidades donde gobernaba (Hidalgo y Oaxaca), que fueron conquistadas por Morena. Las victorias obtenidas ayer por este partido (en Oaxaca e Hidalgo rondando 60 por ciento de votos) le permiten consolidarse como la primera fuerza política con 20 gubernaturas de cara a los comicios de 2024, además de las que tienen sus aliados del PES y el Verde, en Morelos y SLP, respectivamente.
Surgido apenas en 2014, con sus triunfos en Oaxaca y Quintana Roo, prácticamente todo el sureste, con excepción de Yucatán, está bajo su control, con independencia de que tiene mayoría en más de una veintena de congresos locales, lo que favorece la instrumentación de políticas públicas.
Entre tanto, el saldo de la alianza para el PAN sólo le redituó la posibilidad de retener, en coalición, dos de las cuatro gubernaturas que mantenía, incluida Durango, donde postuló al priísta Esteban Villegas. A pesar del triunfo en Aguascalientes, en el panorama nacional el blanquiazul se encuentra en los niveles más bajos de su historia reciente con sólo seis entidades bajo su administración y un retroceso importante bajo la gestión de Marko Cortés al frente del partido.
Desplome tricolor
Los resultados electorales de este domingo confirmaron la debacle tricolor que se ha registrado en los últimos años. Si en 2012, cuando con la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto, el PRI regresó al gobierno federal, lo hizo acompañado por una consistente presencia electoral a nivel estatal, toda vez que en ese año el tricolor gobernaba prácticamente la mitad del país.
Apenas hace una década, el PRI mantenía 15 gubernaturas: Aguascalientes, Chihuahua, Coahuila, Colima, Hidalgo, estado de México, Nuevo León, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz, Yucatán y Zacatecas. De los gobernadores priístas de entonces, tres se encuentran actualmente presos por corrupción: César Duarte, Chihuahua; Roberto Borge, Quintana Roo, y Javier Duarte, Veracruz.
Durante 2023, el mapa electoral del país se habrá reconfigurado en su totalidad de cara a los comicios federales de 2024 y estarán en juego los últimos dos reductos históricos del PRI: el estado de México, su mayor bastión con 16.9 millones de habitantes, y Coahuila. Son los únicos que se mantienen a la usanza del viejo régimen: nunca han sido gobernados por otro partido que no sea el PRI.
En ambos casos, los comicios en 2017 fueron intensamente litigados por Morena, que desde entonces acusó fraude y una elección con alta injerencia de los gobiernos federal y local. Fueron las últimas dos victorias priístas en una elección para gobernador, desde entonces han perdido diez y el control en 18 congresos locales, que lo colocan en la situación electoral más frágil de su historia.