La muerte llegó al Caribe Mexicano hace cuatro años, en el verano del 2018. Algunos de los primeros en darse cuenta fueron los guías de turistas que veían cómo en cuestión de semanas, los corales perdían sus vistosos colores y rápidamente se volvían blancos, hasta morir, un fenómeno conocido como el síndrome blanco.
“De repente por ahí de mayo o junio de 2018, algunos socios y amigos que trabajan de guías de buceo, empezaron a mencionar: ‘oigan, estoy viendo los corales que se están enfermando, se ven distintos’. Y fuimos y el primer buceo fue súper deprimente”, relata Lorenzo Álvarez Filip, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICLM), de la UNAM.
El investigador de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales, menciona que la primera vez que vio a los corales morir fue en Puerto Morelos y fue muy impactante la escena; pero la segunda vez lo marcó todavía más.
“Literalmente eran cientos o miles de corales muriéndose, fue en Cozumel y ahí sí fue una situación súper triste para mí, porque yo trabajé algunos años en Cozumel y es un lugar que quiero mucho”, dice.
El académico explica que la enfermedad apareció en el verano de 2018 en el Caribe mexicano y hasta julio de 2019 se extendió rápidamente, afectando a la mitad de las especies de coral que hay en esa región, algunas de las cuales se extinguieron de manera local por el alto índice de mortandad que sufrieron.
“El síndrome blanco es una enfermedad. Casi casi fue como una pandemia que les dio a los corales, parecía la de COVID, pero mucho más fuerte (…) afecta alrededor de 25 especies de coral, para que te des una idea, en el caribe mexicano hay como 55 especies de coral, entonces afectó a la mitad más o menos.
“Además, en algunas especies causó mortalidades súper altas llegando al 85 o 90 por ciento de mortalidad de la población. Nada más para que haya una comparación, en el COVID estamos hablando de la tasa de mortalidad de poblaciones menores al 1 por ciento”, señala.
Enfermedad mortal en el Caribe mexicano
La enfermedad se caracteriza por matar rápidamente el tejido, dejando expuesto el esqueleto.
“Se ven como parches o bandas blancas en las colonias de coral, la tasa de avance es de centímetros en cuestión de semanas y qué tan rápido puede matar a una colonia de coral va a depender del tamaño de la colonia”, explica Rosa Eliza Rodríguez Martínez, académica del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.
La investigadora menciona que aunque en México se empezó a registrar hace cuatro años, ya se había reportado en arrecifes de Florida, Estados Unidos, desde el 2014.
Se trata de un padecimiento que avanza muy rápido y afecta a varias especies; aunque no se ha identificado bien su patógeno, se cree que es una bacteria, porque en tratamientos donde se han utilizado antibióticos se ha visto que han funcionado.
“Tiende a afectar más que nada a las especies que tienen forma de crecimiento como los corales cerebro, pero afecta a más de 25 especies de coral y desafortunadamente se ha ido distribuyendo; primero empezó en Quintana Roo en la parte norte y después fue migrando más hacia el sur. A la fecha ya varios países del caribe reportan su presencia”, dice Rodríguez Martínez.
La especialista menciona que esta enfermedad prácticamente se ha registrado en todo el caribe y es tan seria que actualmente se está haciendo una revisión de la lista roja de especies amenazadas de todos los corales del mundo.
“Ha provocado que varias especies entren a formar parte de la lista roja o suban de categoría, si antes estaban vulnerables pues ahora ya están en estado crítico, por ejemplo. Es algo que va a tener un efecto a nivel de todo el ecosistema arrecifal de todo el Caribe”, alerta.
Extinciones locales
Lorenzo Álvarez Filip menciona que hay especies como el coral del pilar o el coral del laberinto que prácticamente desaparecieron de México, al morir hasta el 90 por ciento de los ejemplares.
“Fue sumamente grave, afecta a otras especies muy muy importantes en el arrecife, como los corales laberinto, los corales cerebro, algunos que se llaman corales de montaña que son corales muy importantes porque constituyen la matriz del arrecife, que es lo que brinda todos los servicios ambientales que vamos recibiendo al final de cuentas”, menciona.
El investigador explica que los corales son la base de todo el sistema arrecifal y su estructura es el hábitat de otras especies, además de que protege a las costas de los huracanes, los tsunamis y del oleaje, por ello su importancia y la gravedad de que mueran de forma masiva
“Los arrecifes de coral hacen arena, brindan refugio a peces que al final sirven de sustento y medio de trabajo para muchas personas, hay una gran cantidad de cosas, pero el ejemplo que yo creo que es más fácil de comunicar es el de la protección costera, el arrecife es una barrera, si el arrecife se ve afectado, se degrada o sus corales se mueren, lo que perdemos es la barrera, esto no es algo que solo a los biólogos como yo nos debe importar”, resalta.
Aunque actualmente ya pasó la primera ola de mortandad (2018-2019) y se encuentra en una fase endémica, los impactos son devastadores, pues es como ver cementerios marinos.
Los arrecifes multicolores llenos de vida ahora son espacios en silencio, sin peces, sin vida, dice Melina Soto, coordinadora para México de la iniciativa Arrecifes Saludables para Gente Saludable.
“La enfermedad sigue aquí, pero ya en incidencias muchos menores, ahí va a depender mucho de los lugares pero ya estamos entre un 10 y un 20 por ciento máximo de incidencia y en eso estamos, sigue la enfermedad acá, ha matado muchísimo”