Un lunes como hoy, de hace cinco años exactamente, el poeta y activista Javier Sicilia recibió la dolorosa noticia del asesinato de su hijo, Juan Francisco Sicilia Ortega, de 24 años, en Temixco, Morelos. El escritor afirmó que muy rápido entendió, a diferencia de otras víctimas, refiriéndose a los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, que su drama no era el único, sino de miles más en México. “Creo, y ése ha sido mi reclamo, que el caso de los estudiantes de Ayotzinapa debió haber sido como sucedió con mi hijo y entender que el problema de una víctima es el de todas las demás, y que ninguna es más importante que otra. Necesitamos crear un movimiento político que transforme la realidad del país, que nos lleve a poner a todas las víctimas en el lugar que deben estar, porque no son 43 o seis o 15, el tema son todos. Al gobierno le conviene y usa muy bien esa división, ese drama donde la víctima que cree que el problema es sólo suyo”, expresó. La solidaridad que Javier Sicilia tuvo con otras víctimas, desde el inicio de su tragedia, ha llevado a cientos de familias a vivir agradecidas con él. “‘El mundo ya no es digno de la palabra. Nos la ahogaron adentro. Como te (asfixiaron). Como te desgarraron a ti los pulmones. Y el dolor no se me aparta, sólo queda un mundo. Por el silencio de los justos. Sólo por tu silencio y por mi silencio, Juanelo. El mundo ya no es digno de la palabra, es mi último poema, no puedo escribir más poesía…la poesía ya no existe en mí”, redactó. Este reclamo que Sicilia leyó en la Plaza de las Armas, en Cuernavaca, se convertió en el nacimiento del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, al convocar, del 5 al 8 de mayo de 2011, a una marcha nacional que arropara a las víctimas del crimen organizado, y que partió de la Paloma de La Paz, ubicada en la capital morelense, hasta el Zócalo de la Ciudad de México.