Pocas veces un periodista tiene la oportunidad de estar donde pasan las cosas. Normalmente, llega después del incendio, el asalto o la dimisión. Pocas veces un plato tan suculento se pone a tiro. Solo Walter Cronkite, apodado “el hombre que más confianza inspira en Estados Unidos”, pudo estar en Normandía durante el día D o anunciar en la CBS el asesinato de Kennedy, pero el XIV Congreso Mundial de las Familias en México ofreció este sábado la oportunidad. A las 13.30 de la tarde, en un recinto de congresos de la colonia Santa Fe de la Ciudad de México con capacidad para 1.200 personas, estaba prevista una conversación de Tamara Falcó sobre la familia como parte del programa “joven” del Congreso.
A esas horas esta crónica iba a titularse Las tres mentiras de Tamara Falcó en México. Porque ni es joven (le falta un mes y medio para cumplir 41 años) ni era una “conversación”, sino una charla unidireccional, ni es posible pensar que tiene la familia modélica para un congreso de este tipo cuando sus padres suman siete matrimonios, y ella es soltera y sin hijos a una edad en la que la tradición manda que esté empujando carritos de niños a dos manos. A priori, es como si el kamikaze vendiera seguros de coche.
Jóvenes guapos y blancos, mayoritariamente, que pagaron entre 40 y 60 euros (entre 800 y 1.200 pesos mexicanos) por asistir los tres días que dura el encuentro católico, empezaron a alborotarse minutos antes de la hora de inicio. Por fin, un poco de alegría en un Congreso que termina el domingo donde tediosas charlas de sacerdotes con alzacuellos se intercalan con las de actores, empresarios o psicólogos que caminan de lado a lado de un escenario con micrófono de diadema como un Steve Jobs espiritual evangelizando contra el aborto o la eutanasia.
En un Congreso donde hay mesas dedicadas a ofrecer recetas para lograr una “familia estable” o llegar virgen al matrimonio, ella era, con dos participaciones, la estrella de un evento en el que intervienen personajes tan dispares como Gloria Thurn, “princesa alemana, figura social y viuda de Juan Bautista de Thurn y Taxis, XI príncipe de Thurn y Taxis”; Elder Wilford W. Andersen, máxima autoridad de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días; o el jefe de la patronal (Coparmex). Finalmente, Tamara Falcó no apareció y terminó aportando otra trampa más al título de la conferencia. “Cancelada conversación sobre familia en la zona joven”.
La Ciudad de México tiene la habilidad de combinar en un mismo día varios espectáculos de alcance mundial. El mismo sábado que tocaban grupos como Vetusta Morla o Rammstein, en la otra punta de la ciudad, Tamara Falcó debutaba en la capital mexicana como estrella mundial del movimiento ultraconservador tras el affaire Burning man. Nunca un festival tuvo un nombre tan acertado.
A las 16.16 de la tarde llegó la apoteosis con su segunda intervención. Un recinto abarrotado recibió como una estrella a los cuatro invitados: tres hombres y la marquesa de Griñón. Durante 20 minutos seguidos habló de su familia, de la relación con su padre, de su infancia sin paz, de cómo descubrió la Biblia y cómo en un verano devoró el libro sagrado, cuando se encerró a leer 14 horas diarias en la finca de su padre. Siguió hablando de cómo se le reveló Dios en un monasterio de Croacia, de la fuerza del Génesis, de la Virgen y del “momento complicado que vive la humanidad debido a tantos tipos distintos de sexualidades”.
-Pero… ¿Cuál era la pregunta?–, la gente se partía de risa.
Y entre carcajadas y buen rollo, llegó la pregunta seria. La de verdad. La que se hace en Congresos así, lejos del deshumanizado prime time.
-¿Y tú, cómo estás?–, le preguntó el moderador del evento.
Así que Tamara hizo una pausa, reconoció que había sufrido una “infidelidad”, y se quebró al referirse a “él”, sobre quien dijo “no siento odio, sino pena”. “Los que están perdidos en las sombras merecen conocer el amor de Dios”, remató con las piernas cruzadas en perfecta zeta.
Cuando terminó de hablar, el público estalló en un largo aplauso y el inmenso recinto se puso en pie entre aclamaciones de “ánimo” y “valiente”. “Gracias por tu ternura”, le dijo el moderador del evento antes de abandonar el escenario. En menos de media hora de intervención, Tamara Falcó se había metido a más de 1.000 personas en el bolsillo y había logrado triunfar en México, que no es poca cosa. Estaba siendo aclamada en la tierra de la Virgen de Guadalupe, las Guerras Cristeras, las cinco visitas de Juan Pablo II, los Legionarios de Cristo y de Marcial Maciel. Triunfar en México es triunfar en el Maracaná conservador.
Tamara bajó del estrado acompañada de un grupo de edecanes que la protegían de educados fans y educados periodistas.
Cuando ya se retiraba escuchó a un grupo de adolescentes que desde una valla cercana le gritaban: “Tamaraaaaaaaaaaaaa”. Entonces se detuvo, giró sobre sí misma, y se acercó para hacerse infinidad de selfies juntas.
-¿Por qué os gusta Tamara Falcó?
“Porque a pesar del mundo del glamour que la rodea ella habla de Dios con naturalidad”, dijo una joven de la Ciudad de México. “No le importa mostrar su corazón. Es valiente y fresca”, añadió su amiga. “Explica su relación con la Biblia con jocosidad y no solo en Congresos como este, sino también en los programas más vistos de la televisión”, agregaba otra joven colombiana.
Poco a poco Tamara Falcó se retiró del lugar feliz y con una inmensa sonrisa en la boca. Por fin alguien no le había preguntado en público por Íñigo sino por ella.