Gerardo Esquivel (Ciudad de México, 56 años) tuvo apenas una semana para hacer campaña y competir por la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la multilateral de desarrollo más grande de América Latina y el Caribe. El doctor en Economía por la Universidad de Harvard llega a tomar el relevo que deja Alicia Bárcena, una de las diplomáticas mexicanas con mayor trayectoria, quien optó por salir de la carrera poco antes de la elección que se celebrará el domingo 20 de noviembre.
Por videollamada desde una sala en la Embajada de México en Washington, Esquivel habla con EL PAÍS de lo importante que es esta elección para la institución, ya que atraviesa una situación difícil. “Es relevante que la institución logre retomar el camino después de un periodo bastante negativo y complicado”, dice Esquivel, quien funge como subgobernador del banco central mexicano. “Lo mejor es que la institución, por el bien de la región, logre retomar su cauce”, apunta.
Pregunta: ¿Se refiere a que el presidente anterior, Mauricio Claver-Carone, fue separado de su cargo?
Respuesta. Sí, pero más allá de eso, lo que yo he encontrado en pláticas con los funcionarios y el personal del BID es una situación en la que se rompieron los canales de comunicación y se entró en una dinámica poco constructiva entre la administración del banco y el Directorio Ejecutivo. A mi parecer, eso impedía que la institución se concentrara en lo sustantivo. Siempre se había tenido un presidente de la región latinoamericana que incluye el Caribe y normalmente se le daba un peso importante a Estados Unidos quien, por ser el principal accionista, tiene el 30% de la representación. Normalmente, se combinaba eso con una vicepresidencia ejecutiva a cargo de EE UU. Hace dos años se optó por cambiar eso y se decidió elegir por primera vez a un presidente del banco no latinoamericano, no del Caribe, sino un presidente estadounidense. Eso rompió los equilibrios que estaban más o menos establecidos. Y creo que sí cambió la dinámica y fue, insisto, muy poco productivo para la institución que se encuentra en una situación de debilidad institucional, de fragilidad y de baja moral. El staff mismo lo manifiesta de diversas formas porque siente que la institución estaba mucho más involucrada en conflictos internos que en atender las necesidades para las que fue creado. Afortunadamente, se decidió separar del cargo al presidente, después se abrió este nuevo proceso y los países de la región presentaron sus candidatos. En general, son candidatos de muy buen nivel y perfil, y EE UU ya no está pretendiendo ocupar la presidencia. La recuperación de la institución para la región es importante, pero tiene que ser, no solo de forma, sino de fondo. Es decir, que realmente se permita que la institución pueda actuar en beneficio de la región y que no se vea como un intento disfrazado de seguir manteniendo el control de la institución, sino que se vea como algo que se le otorga a la institución, la capacidad de dirigir una institución como esta para el beneficio de la misma.
P. Si llegara a la presidencia, ¿qué haría para evitar que se rompa el acuerdo no escrito de que el cargo lo debe ocupar un país de la región?
R. No es necesario cambiar las reglas porque ya hay un contrapeso muy importante que es el Directorio Ejecutivo, que se conforma por los representantes de los países y hay una asamblea de gobernadores, que son los ministros de los países, quienes en su momento tomaron la decisión para separar de su cargo al presidente. Es decir, ya los contrapesos existen y funcionan. La misma asamblea de gobernadores que en su momento aceptó que fuera presidente Claver-Carone después aceptó removerlo por estos factores. La institución en ese sentido tiene ese diseño y no creo que haya que modificarlo.
P. ¿Cuál es su visión del BID?
R. El BID obviamente es importante para la región porque presta recursos a tasas accesibles para los distintos gobiernos de la región, pero es mucho más que eso. Además de prestar dinero, un monto no trivial de recursos, también provee mucha asesoría y capacitación técnica, acompaña a los gobiernos a que empiecen a implementar cosas. Y mucho de esto es gratuito, por cierto. Luego hay una parte de identificación de las mejores prácticas de las políticas públicas en los países, de tal manera que puede fungir como una especie de ente supranacional. Es un difusor de conocimiento, pero también puede ser un instrumento que permita liderar y encabezar la región en la implementación de algunas políticas públicas y algunas reformas que se consideren relevantes. Puede volverse como una guía de la región, una especie de poder blando que no tiene que ver con el dinero y que tiene que ver más bien con las ideas y la visión que pueda transmitir. Es por eso que yo puedo encabezar una institución como esta, porque estoy planteando una visión mucho más amplia de la que normalmente se asocia a una institución financiera. Se tiene que actuar en la vertiente de salud, de educación, de infraestructura, se tiene que actuar en otras vertientes que a veces no están necesariamente asociadas a un proyecto de inversión. Se puede ser una guía en la implementación de reformas al sistema judicial de reformas tributarias. En todo esto puede ayudar el BID.
P. De ganar la elección usted sería presidente del Grupo BID, que incluye al brazo privado del banco, el BID Invest. Este año, este retiró, por primera vez en su historia, un financiamiento debido a los conflictos sociales que generó. ¿Cómo se aseguraría de que esto no suceda en el futuro?
R. Este es un caso que ilustra la fortaleza institucional. Una de las ventajas del BID es que tiene varias oficinas independientes: tiene una oficina que evalúa proyectos y una oficina que se encarga de cuando demandas de las comunidades por algún proyecto. Esto es lo que permite que ocurran decisiones como estas de retirar el financiamiento a proyectos que, quizá no se tenía la visión del impacto que tendrían en las ciertas comunidades. Pero si se identifica que tienen esta situación, el BID puede actuar en consecuencia. Los mecanismos están. Se debe hacer uso correcto de ellos y darles peso e importancia. El BID Invest es un brazo privado muy importante y es, seguramente, la dimensión que más deberá crecer en el futuro. Esto es porque la ventanilla pública, es decir, los préstamos a Gobiernos, tiene montos finitos y su impacto puede ser limitado. La ventanilla privada es una ventanilla que se puede expandir y puede tener mucho impacto, porque al final de cuentas, la forma en la que los países de la región van a salir de la situación de bajo crecimiento y de bajos niveles de ingreso, seguramente es a través de la inversión privada.
P. Usted se define de izquierda. ¿Cree que es una desventaja en esta contienda?
R. No debería serlo, ya que la región misma ha elegido un camino en esa dirección. Hay vaivenes ideológicos, pero una cosa es la ideología que uno tiene personalmente y otra cosa es la orientación de una institución. Que uno tenga esa visión no necesariamente tiene que trascender a la institución misma. Aquí lo que importa es, primero, tener las calificaciones técnicas apropiadas, como el liderazgo que requiere una institución como ésta y en estos tiempos. Ya la dimensión más personal de mis preferencias personales, políticas o ideológicas creo que pasan a un segundo plano. Evidentemente, cuando digo que soy de izquierda, quiero decir que tengo una preocupación social y creo que eso es incompatible con los objetivos de una institución de desarrollo como esta. Una institución como esta tiene en su origen la búsqueda del desarrollo social y de la integración económica, principios con los cuales estoy perfectamente de acuerdo. Luego, le agregaron a estos mandatos el tema de la pobreza y la desigualdad, con lo que yo estoy muy de acuerdo. Ahora, el BID tiene nuevas demandas y objetivos que tienen que ver con el combate al cambio climático y la promoción de la inclusión, sobre todo de género, cosas con las cuales también estoy de acuerdo dada mi visión. Todos tenemos una postura ideológica, y creo que es mucho más valido ser transparente sobre las banderas que uno enarbola y las luchas por las cuales uno está dispuesto a dar, que ocultarse bajo un velo, digamos, de neutralidad o de antipolítica que considero es falso o no existe en la realidad. En ese sentido, soy más transparente.
P. Usted fue el penúltimo de los cuatro candidatos a entrar a la contienda, después de que Alicia Bárcena fuera la nominada durante semanas. ¿Cómo ha sido esta situación de tomar el relevo donde lo dejó una de las diplomáticas más reconocidas en la región?
R. En primer lugar, lamento mucho el hecho que se haya tenido que retirar alguien como Alicia Bárcena, a quien respeto y aprecio mucho y espero que su situación personal y familiar se mejore pronto. Y segundo, pues, es así. Son las circunstancias de la situación en la cual me invitaron, en un momento muy cercano al fin del registro. Tengo una semana de campaña, que es poco, pero pienso que es tiempo suficiente para enviar un mensaje de las cosas que que pretendo plantear. Yo acepté, nadie me obligó. Dije que sí porque estaba dispuesto a venir esta semana a dedicarle lo que fuera necesario.
P. ¿Por qué debería México ganar esta elección?
R. El país tuvo la presidencia del BID en 1971, cuando Antonio Ortiz Mena la tomó por 17 años y creo que esta es una buena oportunidad para que México regrese al puesto. Es un momento importante para la región después de esta situación. Es momento de contar con un presidente que tenga legitimidad, que no sea como la vez anterior en que EE UU intentó controlar al BID. Es momento de garantizarle a la región la posibilidad de tener un presidente auténticamente de la región que velará por sus intereses. Y que tenga una visión a futuro, que es lo que yo estoy ofreciendo.