En la reunión no estuvo presente el dirigente de Morena, Mario Delgado, que había sostenido que la candidatura se definiría mediante dos encuestas abiertas entre toda la población y que el resultado definitivo se conocería hasta diciembre. Los dichos de López Obrador meten el acelerador y marcan el pistoletazo para el último sprint en una carrera sucesoria demasiado anticipada. Los cuatro aspirantes han estado desde mediados del año pasado en una intensa campaña de promoción de su imagen, desde las giras a los Estados y las presentaciones de libros hasta la pinta de bardas y la colocación de espectaculares. El presidente bromeó durante la reunión del viernes sobre la contienda interna anticipada y llamó a la mesura. Pidió a los cuatro aspirantes ser pacientes respecto de la candidatura y se puso de ejemplo a sí mismo, que fue aspirante presidencial tres veces (en 2006, 2012 y 2018) y solo hasta la última logró ser electo, de acuerdo con las fuentes consultadas. En Palacio Nacional se rieron los asistentes. López Obrador fue visto con un gran ánimo, tras los días que estuvo enfermo de covid-19 en medio de fuertes especulaciones sobre su estado de salud.
La intervención del mandatario también fue una operación de unidad dentro del partido. Ese mismo día, el Senado vivía una crisis —la oposición tenía tomada la tribuna para impedir la aprobación de reformas del Gobierno— y Monreal enfrentaba una nueva rebelión de senadores morenistas. El jueves, el líder de la bancada mayoritaria reconocía que su liderazgo estaba socavado, luego de que una fracción de Morena había frustrado un compromiso de Monreal con la oposición para sacar adelante el nombramiento de un comisionado del INAI. En la reunión del viernes, López Obrador pidió a los senadores permitir a Monreal —que hacía dos años no era convidado a Palacio Nacional— hacer su trabajo como líder de la bancada, afirmaron las fuentes. El mensaje volvió a desactivar los esfuerzos de removerlo de la coordinación por parte del grupo adverso a Monreal, encabezado por la secretaria general de Morena, Citlalli Hernández, y el senador César Cravioto, ambos afines a la jefa de Gobierno capitalina.
El presidente López Obrador también dijo a los legisladores que se sintieran con la libertad de hacer los ajustes que considerasen necesarios a las iniciativas de reforma impulsadas por su Gobierno. En los días previos, la mayoría oficialista en la Cámara de Diputados aprobó un cúmulo de reformas sin discusión en comisiones. La aplanadora de Morena, el Partido Verde y el Partido del Trabajo se vio temporalmente frenada en el Senado, hasta que el oficialismo consiguió una sede alterna para sesionar y aprobar las minutas sin la presencia de los partidos de oposición.
Tras la reunión con el presidente, las corcholatas —como se conoce popularmente a los aspirantes destapados por López Obrador— encabezaron actividades de promoción el fin de semana. Ebrard viajó a Veracruz para presentar su libro autobiográfico El camino de México. El canciller aludió a los operadores de Sheinbaum que intentan situarla en el imaginario como “la favorita” de López Obrador. “A la gente hay que preguntarle, ¿no? Una de dos, o hay encuesta o hay favorita, no se pueden las dos cosas, y para saber si es favorita, pues, hay que preguntarle al pueblo”, dijo Ebrard. La jefa de Gobierno capitalina, por su parte, se reunió en Sinaloa con el gobernador, el morenista Rubén Rocha, y los alcaldes de ese Estado, y también celebró un mitin en Mazatlán. El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, no difundió información sobre eventos en los que haya participado, pero en redes circularon imágenes de mítines de apoyo a su candidatura en Chiapas. Además, la cuenta oficial de Twitter de Gobernación difundió una entrevista en la que el funcionario asegura que él será el próximo presidente de México; el tuit fue borrado después. Por su parte, Monreal escribió un artículo en el que destacó el llamado a la unidad de López Obrador y le agradeció por haberlo invitado a Palacio Nacional, tras dos años de distanciamiento.