A unos días del IV Informe de Gobierno, las reformas promovidas en el actual sexenio paulatinamente han dejado de ser un factor que impulse la aprobación a la gestión presidencial. El nivel de popularidad del gobierno de Enrique Peña Nieto cae después de haberse mantenido estable desde fines de 2014, descenso explicado por el mayor escepticismo en torno a sus reformas, los escándalos de corrupción y la persistente percepción de inseguridad y mala situación económica. Ahora el acuerdo con el Presidente se sostiene en el reconocimiento a la construcción de carreteras y a los programas sociales, así como en la buena opinión que todavía un sector minoritario tiene sobre las reformas, según se observa en la más reciente encuesta BGC-Excélsior levantada en viviendas a nivel nacional.
Termina la estabilidad que se observaba en el nivel de aprobación a la labor del Presidente desde noviembre de 2014 y ahora disminuye nueve puntos, pues sólo 27% de la población está de acuerdo con su manera de gobernar, el punto más bajo en el actual sexenio. En cambio, 69% está en desacuerdo (gráfica 1).
Esta mayor inconformidad coincide con una menor creencia en las bondades de las reformas peñistas. Ahora la mitad cree que es muy o algo falso que las reformas estén moviendo al país hacia el progreso, que estén disminuyendo el poder de las empresas más poderosas y que gracias a ellas se estén creando condiciones para que México crezca (gráfica 2). Como reflejo, se observa una disminución generalizada en la aprobación de cada reforma en lo particular (gráfica 3). La Reforma Educativa todavía es considerada como la más importante y benéfica, pero mientras que antes era ampliamente apoyada, ahora divide opiniones (gráfica 4). A su vez, está más extendido el desacuerdo con las reformas Energética, de Telecomunicaciones y Fiscal. Desde abril de 2014, la mitad considera que se está logrando aplicarlas sólo en parte y únicamente algo más de la décima parte cree que se están aplicando con éxito.
El respaldo a la labor del Presidente ahora se sostiene en los programas sociales, en el reconocimiento a la construcción de carreteras y ya no tanto en las reformas como al principio del sexenio. En efecto, las ayudas sociales y la obra carretera destacan entre lo que se percibe como lo mejor que ha realizado el gobierno de Peña Nieto. Incluso, la mayor aprobación en términos de políticas públicas específicas se da en algunos de estos rubros (carreteras y puentes, Cruzada contra el Hambre) (gráfica 5). En cualquier caso, salvo en los rubros de carreteras y creación de viviendas, el acuerdo con la acción del gobierno en ramos específicos también ha caído y es ampliamente desaprobada la gestión en creación de empleos, combate a la corrupción, economía en general, inflación y el manejo dado a los casos de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y de la llamada Casa Blanca del Presidente y su esposa en la Ciudad de México. (gráfica 6)
Más de la mitad califica negativamente el trabajo de Peña Nieto como Presidente (mal o muy mal, 45%), un aumento de 12 puntos respecto a abril del año pasado. Una cuarta parte lo percibe regular y sólo una quinta bien o muy bien. La crítica a las reformas y los escándalos de corrupción (caso de la Casa Blanca), así como los asuntos de economía y seguridad (que incluye el caso de los normalistas de Ayotzinapa) aparecen como los principales cuestionamientos al gobierno y que, por tanto, contribuyen a la creciente impopularidad presidencial (gráfica 7).
Como es de esperarse, prevalece la opinión de que Peña Nieto no ha cumplido las expectativas sobre su gobierno. Para 64%, el Presidente ha hecho menos de lo esperado, un ligero aumento de cuatro puntos respecto a abril. Parecido a ese mes, dos tercios creen que las cosas están saliendo de su control y sólo una cuarta parte opina que tiene las riendas del país (gráfica 8).