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Familiares de narcotraficantes y un sangriento ajuste de cuentas: la historia de Dolls Drink, las famosas ‘licuachelas’ en Tepito

 

Una fotografía de las bebidas a la venta en 'Dolls Drinks' publicada en redes sociales.

Una fotografía de las bebidas a la venta en 'Dolls Drinks' publicada en redes sociales.

Ya no suena la música estridente que hacía retumbar la calle Jesús Carranza. El local Dolls Drink, famoso por las fiestas y las ‘licuachelas’ en el barrio bravo de Tepito, está de luto por sus dueños. Diana Odely Martínez Rodríguez y Adrián Mendoza Bustamante fueron asesinados la noche del miércoles, dejando una estela de preguntas sobre el motivo del ataque. Un linaje vinculado al cartel Unión Tepito, la sospecha de una tapadera de venta de drogas tras las emblemáticas puertas rosas del local y disputas sobre los pagos de derecho de piso salpican las causas del doble homicidio.

El mercado de la calle se apresura la tarde del día siguiente a recoger las mesas y los toldos antes de que anochezca mientras los trabajadores del Dolls Drink meten el equipo a un camión. Las trabajadoras de los puestos aseguran que en un rato llegará la policía y las echarán. Respecto al doble asesinato de sus vecinos que regentan un local a pocos metros, prefieren no hablar. “Todos nosotros no sabemos nada”, asegura señalando a la calle en su totalidad. Un barrio entero enmudecido por el miedo.

En la misma acera, el sobrino de las víctimas recoge los últimos altavoces del negocio familiar, pintado de chillones tonos rosas. Están nerviosos por llegar a tiempo al funeral, organizado en la colonia vecina de la Guerrero. Ya en la calle Ricardo Flores Magón, una funeraria se va llenando poco a poco de margaritas y motocicletas. La despedida final a estos empresarios de barrio ha reunido a decenas de personas. Todos los clientes de la famosa licuachelería están invitados, según el cartel que han colgado en la calle. Uno a uno van turnándose para abrazar entre lágrimas a La Kika, la madre de Martínez y cuñada de Pancho Cayagua, fundador del cartel Unión Tepito. El grupo que crea el silencio y que gobierna en el barrio. Desde aquí dirigen el narcotráfico en la capital de México.

Angélica Martínez, más conocida como La Kika, llora desconsolada en el hombro de todos los que han venido a darle el pésame, combinando playeras negras con cadenas de oro, zapatillas caras y gafas de sol. Ella iba a bordo de la camioneta que fue baleada en la avenida Congreso de la Unión el miércoles, según documentos policiales. Al entrevistarla las autoridades, declaró que su hija y Adrián Mendoza llevaban saliendo unos meses y que volvían los tres a casa por la colonia Gustavo A. Madero cuando un hombre se acercó a la ventana del coche y disparó tres veces contra ella y dos contra él. El vehículo se estrelló contra el camellón de la avenida y los sospechosos escaparon en una motocicleta. Dejaron atrás dos cadáveres.

La Kika, una mujer de 60 años, es conocida por sus vínculos familiares con el narcotráfico en la Ciudad de México. Su cuñado era Pancho Cayagua, el gran jefe fundador de la Unión Tepito hasta que lo asesinaron en 2017, pocos meses después de que cayera en otro homicidio el gran capo del sur de la capital, Felipe de Jesús Pérez, alias El Ojos. A Cayagua, como a su sobrina, también lo mataron unos sicarios en moto.

Tras la muerte de Cayagua, el grupo criminal se dividió en facciones. El jefe actual es Eduardo Ramírez Tiburcio, alias El Chori, responsable de asesinatos, secuestros, cobro de piso (extorsión), narcotráfico, invasión de predios y trata de personas, según el Ejército. Sin embargo, la familia Cayagua no se desvinculó por completo de la organización. El periodista Antonio Nieto, autor del libro El cártel chilango, explica que al perder al cabeza de familia, el círculo de Pancho perdió fuerza y diversificó ingresos, además de la venta de droga. El negocio de las licuachelas era una gran opción, ya que permite detrás de la tapadera de venta de alcohol y organización de fiestas continuar con el narcomenudeo.

En el barrio Tepito proliferó la venta de licuachelas y sus calles se llenaron de locales que venden estos recargados cócteles de cerveza, pegajosos y colmados de dulces y siropes. Dolls Drink no tardó en hacerse famoso en Jesús Carranza, una calle frecuentada históricamente por vendedores de droga. Sus icónicas bebidas, servidas en vaso de licuadora, son solo la excusa perfecta para entrar a sus fiestas. Escenario, pista de baile, DJ invitados, juegos de luces y música de perreo atrajeron a este rincón de Tepito a varios famosos mexicanos que no dudaron en sacarse fotos con una licuachela, entre ellos Christian Nodal y Santa Fe Klan.

Adrián Mendoza, alias El Pecas, regentaba el negocio con su pareja Diana. Tenía antecedentes policiales por delitos contra la salud pública y estaba vinculado a una facción de la Unión Tepito, al igual que su hermano, según Antonio Nieto. Fotografías distribuidas en redes sociales le muestran muy cercano a uno de los líderes de la organización. Hacía apenas unos meses le entrevistó una radio local para explicar el éxito de su negocio Dolls Drink. “Nos enfocamos mucho en darles algo de calidad, no es vender por vender. Cada uno hace su lucha como puede”, explicaba. A su lado estaba la imagen de la empresa, su sobrina de 18 años Amairany, conocida como La Barbie de Tepito por su estilo, sus curvas y su larga cabellera rubia.

Las causas del ataque todavía no están claras. Los documentos policiales apuntan a un enfrentamiento dentro del grupo delictivo. Antonio Nieto asegura que ningún negocio en el barrio de Tepito está exento de pagar el impuesto al cartel por “protección”, ni siquiera los familiares de su fundador y menos con otro líder al frente del grupo. “Quizás no quisieron pagar por su linaje”, esa es la principal suposición que baraja el reportero. “También es posible que haya habido una subida del impuesto o que declaraban menos de lo que realmente ganaban al cartel y los descubrieron vendiendo más droga de la que dijeron en el local”, añade.

Dolls Drinks mantiene las promociones de sus fiestas para este fin de semana. En sus redes sociales, colmadas de fotos promocionales de Amairany y del local, la también influencer ha homenajeado a sus tíos con publicaciones de ella llorando abrazando un retrato de los fallecidos. “Gracias papi por enseñarme tantas cosas”, reza uno de sus últimos textos.

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