Los tiempos políticos vuelan. Si hace unas semanas la oposición en pleno criticaba y denunciaba el engañoso sistema diseñado por los morenistas para comenzar la carrera de sus aspirantes hacia la presidencia, hoy puede afirmarse que la coalición PAN-PRI-PRD no ha hecho más que seguir los mismos pasos. No solo se ha sumado a un modelo que anticipa irregularmente los plazos para definir candidatos, sino que ha copiado el intrincado sendero conceptual que convierte a un candidato en “coordinador para la defensa de la 4T” en el bando guinda, o en “responsable nacional para construir un Frente Amplio por México”, en la coalición que, horas antes, se denominaba Va por México. No solo. La semana pasada, Morena conformó un grupo de intelectuales y funcionarios que han de diseñar el programa de gobierno del sucesor obradorista y, siete días más tarde, la oposición ha designado a José Ángel Gurría para comandar una reunión de expertos que sentará las líneas para gestionar el país ante una eventual victoria. O sea, lo mismo. La imagen especular que está proyectando la oposición respecto al partido oficialista puede ser un escudo protector ante posibles demandas por incumplir las leyes electorales con subterfugios obvios. Si el INE no regaña a Morena, ¿por qué iba a hacerlo con ellos? O quizá no es más que una ruta lógica: seguir las huellas del que va delante, y pisarle los talones, si puede ser.
Estos días se habla de foros, de debates, encuestas y primarias. Para José Antonio Crespo, lo que viene ocurriendo no es más que el encuentro entre dos campañas y una serie de coincidencias, donde encuadra el paso dado por la candidata Xóchitl Gálvez y el procedimiento anunciado por la coalición camino a las urnas. “No está planeado”, afirma el analista político. A su parecer, la aspirante que se alza estos días con más posibilidades de encabezar el proyecto de oposición ha recibido apoyos espontáneos y de las direcciones de los partidos debido a su carisma, a la esperanza que ha generado. No se ha buscado, dice, una candidata que pudiera hacer frente al empuje de Morena. Pero ahí está de nuevo la imagen cuasi gemelar, como boxeadores en los ángulos opuestos del ring: Xóchitl Gálvez frente a Claudia Sheinbaum. Aunque no pueden ser más distintas en el carácter que proyectan, una más sonriente y dicharachera, la otra sobria y academicista, hasta en los caballos ganadores se parecen estos días los que gobiernan y quienes aspiran a derrotarlos.
“Lo de Gálvez no estaba planeado, yo la conozco y le he dicho en alguna ocasión que se lanzara [a la candidatura], lo que ha sido una sorpresa para todos es el aluvión de apoyos que ha tenido en las redes sociales y en otros foros, una gran respuesta ciudadana”, sostiene Crespo, que ha participado en el diseño del método de firmas, encuestas y primarias establecido por la coalición para el proceso electoral. Opina que las dirigencias de los partidos aliados respaldan a Gálvez una vez visto su empuje, no al revés, que hayan pergeñado un perfil para combatir el de Sheinbaum.
Para más casualidades, dos nombres masculinos se alzan como personajes secundarios alrededor de la nueva estrella política, quizá fugaz, eso lo dirá el tiempo. El panista Santiago Creel, todavía presidente de la Cámara de Diputados, y Enrique de la Madrid, priista de pedigrí. Los ecos con Marcelo Ebrard y Adán Augusto López asaltan al espectador del escenario político. “Hay una gran diferencia”, apunta, sin embargo, Crespo: “En el caso de Morena, el orden lo decidió el presidente López Obrador, quien siempre dio a entender que su candidata favorita era Sheinbaum. Y bueno, Marcelo no es el segundo porque lo decidiera el presidente, sino porque es inteligente y capaz”, afirma. Pero empareja a ambos políticos, De la Madrid y Ebrard, en el convencimiento legítimo de que tienen opciones respecto a las candidatas en cabeza. “Habrá debates, De la Madrid no se da por vencido. Aunque calcule que Xóchitl puede ganar eventualmente, puede que compita para no demeritar el proceso, pero también para levantar la mano de Gálvez y quién sabe si, en el futuro, se haga acreedor de un puesto en su gabinete de gobierno”, explica Crespo.
Los partidos no se la juegan tan temprano a un solo aspirante. También López Obrador ha flanqueado a la “favorita” con sendos escuderos, Ebrard y Adán Augusto. Todos, incluidos De la Madrid y Creel, se constituyen así como el plan B por si algo falla. Sheinbaum mantiene su ventaja en las encuestas, que ya es la de una fondista. Con Gálvez hay mayor inquietud. Se reconoce como una ventaja su carácter desenfadado, su perfil dicharachero, pero hay momentos estrambóticos que inquietan a los panistas. “Creo que sí puede cometer errores, pero espero que sabrá rodearse de gente experta en política que sepan conducir su candidatura en el ámbito mediático para que ella pueda seguir siendo como es, natural, ese es su capital”, opina Crespo.
En las últimas horas, un video de Sheinbaum jugando al fútbol y otros más antiguos rodando en bicicleta o montando un teatrillo para desvelar la actuación de la cantante Rosalía en el Zócalo, hablan de forma inequívoca del afán por moldear una imagen que la saque del despacho de científica para aterrizarla al lado del pueblo. Gálvez también usa la bicicleta y su pasado humilde con el mismo propósito. La ciudadanía tendrá que desentrañar hasta dónde llega la campaña y cuánto de naturalidad hay en cada gesto.
Los procesos electorales siempre son similares. Si ambos equipos están transitando por la misma vereda, si ambos perfilan a sus candidatos y diseñan comités programáticos, no es porque el uno copie al otro, opina el analista Crespo. Si fuera así, habría que convenir que Movimiento Ciudadano les lleva ventaja a ambos, porque fue el primero que montó su foro de personalidades relevantes para definir un nuevo México antes de embarcarse en la carrera por la presidencia, un proceso, por cierto, recuerda Crespo, donde también ha participado Xóchitl Gálvez en materia de indigenismo. Las campañas se cruzan en el camino.