El presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha hecho un llamado a la concordia y ha dicho que la violencia no tiene cabida en su movimiento. Las declaraciones del mandatario se dan en medio de una campaña por la sucesión que se ha empañado con acusaciones subidas de tono y después de que varios columnistas políticos deslizaran la posibilidad de un atentado contra Xóchitl Gálvez, la favorita para ganar la nominación de la coalición opositora Va por México. Tras denunciar una “campaña mediática” en su contra esta semana, el Ejecutivo optó por una posición más sobria este miércoles y pidió tranquilidad a sus seguidores y a sus críticos. Marcelo Ebrard, aspirante a la presidencia, se hizo eco del mensaje y dijo que las diferencias políticas no deben traducirse en acciones violentas contra nadie.
“¿Hasta dónde es capaz de llegar la oposición con tal de recuperar el poder?”. Ese fue el cuestionamiento que lanzó Claudia Sheinbaum al Frente Amplio por México a primera hora de la mañana, antes de que el presidente se pronunciara. La aspirante de Morena rompió con el bajo perfil que ha marcado su campaña por la candidatura presidencial y publicó un video en respaldo a López Obrador. La exjefa de Gobierno de Ciudad de México no se guardó nada para criticar a un grupo de columnistas y comentaristas políticos que advirtieron de que el choque que han protagonizado Gálvez y el presidente podía dar lugar a un ambiente riesgoso de cara a la elección del próximo año, y que criticaron la actuación del mandatario. “Hoy quiero visibilizar lo que yo considero que es la más baja, vil y ruin estrategia electoral, la fabricación de mentiras”, reclamó.
Sheinbaum ha criticado en varias ocasiones a sus rivales, a quienes se refiere como “El Frente Cínico Opositor”, aunque hasta ahora los choques que había tenido habían sido de baja intensidad, salvo excepciones contadas. Puntera en la mayoría de las encuestas de cara a las elecciones de 2024, la exfuncionaria se ha alejado de polémicas internas y externas, incluso se ha negado a debatir con Ebrard, su más cercano perseguidor, y el resto de las corcholatas de Morena, como se conoce a los seis aspirantes que han levantado la mano para suceder a López Obrador. Desde hace casi dos años, la única mujer que participa en el proceso interno del partido gobernante ha construido su campaña alrededor de la idea de que ella sería la sucesora más fiel del presidente y de su proyecto político, la Cuarta Transformación. Es una estrategia que también le ha traído críticas por replicar los mensajes del mandatario e, incluso, imitar su forma de hablar en los actos que ha tenido por todo el país en las últimas cinco semanas.
La polémica surgió después de que López Obrador denunciara una campaña de prestigio de un sector de la prensa. Algunos comentaristas de los medios de comunicación han agitado el fantasma del asesinato del candidato priista Luis Donaldo Colosio en 1994. “Si con Salinas hay un segmento de la opinión pública que lo señala como el asesino de Colosio, ¿qué espera López Obrador que sucedería si algo le pasara a Gálvez?”, escribió el periodista Raymundo Riva Palacio en una columna titulada “No queremos otro Colosio” en el diario El Financiero. Riva Palacio hace un exhorto en el texto para frenar los ataques contra la aspirante opositora, bajo el argumento de que la polarización puede traducirse en violencia.
En la revista Siempre, la periodista Beatriz Pagés escribió este mes un artículo de opinión titulado “AMLO crea condiciones para un magnicidio”, bajo la premisa de que el Ejecutivo se ha empeñado en presentar a los opositores como enemigos de su Gobierno. “El presidente está creando un ambiente que recuerda las condiciones en que fue asesinado el entonces candidato Luis Donaldo Colosio”, zanja la exdiputada del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Otros analistas que han sido criticados por el Gobierno han sido el publicista Carlos Alazraki y la escritora Guadalupe Loaeza, también señalados por nombre por Sheinbaum. “¿A dónde será capaz de llegar la oposición con tal de dañar al presidente López Obrador y el proyecto de nación? Campañas perversas e irresponsables”, se quejó la exmandataria.
López Obrador había apelado un día antes a los mismos adjetivos para rechazar las acusaciones: “perversas” e “irresponsables”. “Nuestros adversarios, algunos, están fuera de sí”, dijo el presidente, que también dedicó varios minutos de su conferencia mañanera a revirar los cuestionamientos en la sección “¿Quién es quién en las mentiras?”, que ha sido criticada por organizaciones a favor de la libertad de prensa por la estrategia de confrontación y desgaste de los críticos del Gobierno.
El último encontronazo es solo un pasaje más de la turbulenta relación entre López Obrador y sus críticos, así como de un debate que ha surgido en México sobre las reglas del juego democrático: lo que está dentro de las críticas de buena fe y lo que cruza las líneas rojas que habían regido la vida pública durante décadas. Esas líneas se han cruzado una y otra vez por ambos bandos, con descalificaciones, ataques xenófobos y discriminatorios, y golpes bajos. La frontera crítica es, sin embargo, entre lo que se dice y lo que se hace o lo que se hace como consecuencia del nuevo tono político que ha primado en el país.
La oposición se ha quejado, por su parte, de los ataques sistemáticos del presidente y presentó una denuncia formal ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por la “persecución política” que enfrentan aspirantes como Gálvez y el diputado panista Santiago Creel. La senadora ha presentado dos recursos formales contra el mandatario por violencia política de género, la difusión de datos fiscales de sus empresas y el uso de las plataformas del Estado, como la televisión pública, para difundir los ataques. La aspirante, además, escribió en sus redes sociales que fue agredida por simpatizantes de Morena en Oaxaca, pero dijo que no pasó a mayores.
La campaña se ha “judicializado”, con amagos y denuncias concretas de ambos bandos, en los que la frontera entre lo legal y lo político se ha difuminado. También la línea entre los reclamos legítimos y los golpes mediáticos. Detrás de la crispación, que no está superada, el consenso es que la violencia es inaceptable en un régimen democrático. Las últimas elecciones federales, en 2021, fueron calificadas como las más violentas desde que iniciaron los registros, con cerca de 800 agresiones contra políticos de todos los partidos, según la consultora Etellekt. Fueron asesinados 89 funcionarios en el cargo y 35 aspirantes, de acuerdo con esas cifras. En 2018 hubo un número ligeramente menor de agresiones, aunque fueron asesinados 152 políticos y 48 candidatos.
López Obrador adoptó un tono más conciliador este miércoles e hizo un llamado para apaciguar el ambiente político de las campañas. “No apostamos a la violencia, políticamente no tendríamos ningún motivo para agredir a nadie”, señaló. También pidió calma a sus seguidores: “Lo más importante es mantener la paz, la tranquilidad y que no haya ninguna agresión a nadie”.
Ebrard publicó otro mensaje en redes sociales, con el semblante serio, para hacerse eco de ese llamado a la serenidad y al respeto. “Evidentemente, cuando hay una competencia política y hay proyectos tan distintos, se entiende que de repente hay mucho calor político, pero es un error estratégico hacer llamados a que el ambiente va a provocar que se cometa violencia contra una persona”, dijo el exsecretario. “No tenemos ningún interés ni incentivo en hacerle daño a otra persona por más crítica que sea o por más que nos plantee una confrontación política”, agregó.