El recuento de fallecidos por el incendio en la isla hawaiana de Maui sigue subiendo y ya suma 80 muertos, según las autoridades locales. La cifra va a seguir creciendo, alertan las autoridades. Los desaparecidos se cuentan por centenares. El descomunal incendio en la isla —que ha convertido en cenizas la capital histórica, Lahaina, ha obligado a evacuar a decenas de miles de personas y ha dejado a otras miles sin hogar— ya es, según el gobernador de la isla, Josh Green, “el mayor desastre natural en la historia del Estado”. Supera las 61 víctimas mortales que dejó un tsunami en 1960, hasta ahora la mayor catástrofe. Es también uno de los fuegos más graves de los últimos años en Estados Unidos. Y se teme que vaya a más. El alcalde Richard Bissen alertaba en la cadena NBC de que hasta el momento solo se han contabilizado los cuerpos encontrados a cielo abierto [en la noche del viernes, 67], porque los equipos de rescate no han podido buscar entre los escombros de las viviendas, aún humeantes.
Dos días después de que el incendio redujera a cenizas la ciudad de Lahaina, en el noroeste de la isla y antigua capital de lo que fue el reino de Hawái en el siglo XIX, el gran interrogante que se perfila es por qué no funcionó el sistema de alerta, que debía haber hecho sonar sirenas de alerta a la población sobre la proximidad del fuego. Muchos residentes que huyeron en el último momento, mientras escuchaban el estallido de bombonas de gas y surtidores de gasolina —”parecía una guerra”, explicaba una testigo presencial—, se lamentan por no haber recibido ningún aviso. Solo se pusieron en marcha para huir cuando se dieron cuenta de que ardían otros edificios en sus calles.
El presidente de EE UU, Joe Biden, ha firmado la declaración de desastre en el Estado. Y la vicepresidenta, Kamala Harris, ha confirmado la movilización de los recursos federales para ayudar a las habitantes de la isla y ha aplaudido la labor “heroica” de los servicios de emergencia.
Las autoridades alegan que era “prácticamente imposible” enviar instrucciones de evacuación a tiempo, según declaraba el jefe de bomberos de Lahaina, Bradford Ventura. “Lo que hemos vivido ha sido un fuego que avanzó a tanta velocidad sobre el vecindario inicial que [los vecinos] tomaron la iniciativa de evacuar por sí mismos con muy poco aviso”, apuntaba. El gobernador Green ha ordenado una revisión de la respuesta de los servicios de urgencia al desastre, según comentaba en una entrevista emitida en la cadena CNN.
El incendio había comenzado por la mañana del martes. Entonces se ordenó a los residentes de una zona cercana que abandonaran sus viviendas. Pero solo unas horas más tarde se declaró el fuego contenido. Cuando los fuertes vientos lo reavivaron, no parece que se volviera a emitir una alerta en el sistema de sirenas instalado por toda la isla. Se enviaron avisos por mensajería telefónica y a través de las emisoras de radio y televisión, pero los servicios de móvil y el suministro eléctrico habían quedado cortados por las llamas, y muchas personas no llegaron a verlo.
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Los trabajos de los servicios de emergencia se vieron complicados además por el derrumbe de postes de electricidad sobre las dos principales carreteras de acceso, que obligaron a cerrarlas. Solo quedó una pequeña vía secundaria para la entrada y salida de vehículos.
Los bomberos han conseguido establecer un cortafuegos en torno a Lahaina y otro en torno a Kihei, una importante localidad turística al sur de la isla en cuyas cercanías ardía otro incendio, e intentan controlar por completo ambos focos, aún no totalmente sofocados. A diferencia de los últimos días, los vientos alisios que avivaron las llamas del desastre han disminuido su potencia, algo que ayuda a los helicópteros que tratan de verter agua sobre los focos. Mientras tanto, continúan las tareas de rescate. Un equipo de perros especialmente entrenados ha llegado desde el Estado de California para asistir en la búsqueda de restos de posibles víctimas mortales entre las cenizas. Cerca de 11.000 personas continúan sin luz ni agua en los alrededores de la antigua capital.
“Sin duda, parece como si hubiera caído una bomba en Lahaina”, ha declarado Green, tras recorrer lo que queda de la localidad junto al alcalde Bissen. Lo que hasta hace unos días eran unas coloridas calles atiborradas de turistas hoy se asemeja a un paisaje de guerra, una inmensa alfombra de cenizas grises entre el verde intenso del volcán Kahalawai y el azul cristalino del mar. El gobernador ha relacionado el desastre con el cambio climático: “el calentamiento global ya ha llegado y está afectando a las islas”, declaraba.
Las autoridades han dado luz verde este jueves al regreso de los vecinos a la ciudad para comprobar lo que haya ocurrido a sus viviendas y recuperar lo que puedan. Green, no obstante, les ha advertido que se preparen mentalmente para el golpe: van a “ver una destrucción como jamás en sus vidas”.
Uno de los grandes problemas que afrontará Maui tras el fuego es el alojamiento de todos aquellos que han perdido su hogar. La isla ya arrastraba graves problemas de escasez de vivienda, agravados por la conversión de inmuebles en residencias turísticas, especialmente en las áreas costeras. Ahora, la inmensa mayoría de los 12.000 habitantes de Lahaina se suman a las cifras de los necesitados de un techo. Muchos cuentan con un seguro que les permitirá acometer la reconstrucción de sus viviendas y negocios. Otros, especialmente entre la comunidad nativa hawaiana, no: sus casas han ido pasando de generación en generación y, al no estar hipotecadas, no tenían obligación de contratar un seguro.
Tanto las autoridades locales como organizaciones comunitarias han pedido a turistas y otros visitantes que cancelen sus planes de viajar a la isla. “No vengan a Maui”, apuntaba el director de la ONG Green New Deal Network, Kaniela Ing, en un mensaje en X, la antigua Twitter. “Cancelen sus planes de vacaciones. Los supervivientes necesitan esas habitaciones de hotel. Den a nuestras comunidades tiempo para recuperarse y pasar el duelo”. Más de 14.000 turistas que se encontraban en Maui en el momento del incendio o que llegaron inmediatamente después han sido ya evacuados de la isla.
La Casa Blanca ha prometido toda la asistencia que sea necesaria para asistir en el desastre. La Agencia Federal de Gestión de Emergencias ya ha puesto a disposición de la isla comida y alimentos para 5.000 personas durante cinco días y seguirá proporcionando otra ayuda de urgencia, según un portavoz de la residencia presidencial.
Biden ha hablado este viernes con el gobernador Green para recibir un informe detallado sobre los daños en la isla. “El gobernador presentó al presidente una actualización de primera mano y una valoración de las necesidades más recientes de Hawái”, señaló la Casa Blanca. La vicepresidenta Kamala Harris, que este viernes viajaba a Chicago, ha expresado sus condolencias pero ha descartado viajar de inmediato al archipiélago para no desviar recursos necesarios para los afectados.