Ahora mismo, en España, uno de cada tres hombres cree que no tiene sentido hablar de desigualdades entre hombres y mujeres, el 37%. ¿Y entre las mujeres? Un 19%. En ese contexto, el término feminismo genera rechazo al 42% de ellas y al 62% de ellos (y el 30% de ellos cree que la violencia machista “es un invento ideológico”). Son datos del estudio Las mujeres y los hombres, hoy. ¿Igualdad o desigualdad?, con entrevistas a 1.000 hombres y 1.000 mujeres de 18 a 64 años. “Segú...
n los baremos del Instituto Nacional de Estadística, es representativo de casi 29 millones de personas”, cuenta la autora del trabajo, Laura Sagnier, que publicó los resultados en junio con la colaboración, pro bono, de un equipo de consultores y analistas de PRM Market Intelligence.
Sin embargo, dice Sagnier sobre la investigación, “si se les pregunta si creen que hombres y mujeres tienen las mismas oportunidades en la vida, el 48% de ellos y el 70% de ellas responden que no”. Una “confusión” de conceptos que la analista cree que puede responder al clima social y político existente. En los últimos años, se ha producido una fuerte y creciente reacción al feminismo recogida —y alimentada a la vez— por la entrada de la ultraderecha a las instituciones, y la expansión de su discurso, abiertamente antifeminista.
A eso se suma, según la investigadora, la “poca pedagogía o cercanía en los discursos para quienes no son especialistas de las feministas que tienen más voz”, también “la polarización política en una reivindicación que conviene a todas las mujeres, de izquierdas y de derechas”, y “la ruptura del movimiento feminista” que se ha producido en los últimos años, sobre todo, a cuenta de la llamada ley trans. “Estoy convencida de que hay que cambiar de estrategia si de verdad queremos que nuestras hijas, nietas, sobrinas o ahijadas tengan las mismas oportunidades en la vida que los hombres de su generación”, afirma.
La investigadora, analista y experta en big data dejó de lado los mercados para dedicarse también a la desigualdad hace casi una década, y cuenta a menudo que no fue hasta que concluyó su primera investigación en este ámbito —Las mujeres hoy (Deusto, 2018)— cuando fue completamente “consciente” de las desigualdades entre hombres y mujeres. Lo recuerda de nuevo ahora porque, dice, sigue sorprendiéndose de “las diferencias abismales” que hay en algunas cuestiones.
Fue las que se encontró, por ejemplo, en el ámbito laboral, donde la brecha es conocida y la atestiguan decenas de estudios cada año. Entre ellas algunas que también reflejó el estudio, como las horas que trabajan a la semana (ellas, de media, 33, y ellos 37); o, cuando conviven, la diferencia en el nivel de ingresos: existe en casi el 40% de los casos. Pero la mayor diferencia en este área, apunta Sagnier, ocurre en la proporción de las mujeres que afirman que “sienten que si hubieran sido hombres habrían llegado más lejos”: el 18% de las que alguna vez han trabajado frente al 8% de los hombres que afirman que “si hubieran sido mujer hubieran llegado más lejos”. Esta, asegura, “es una buena aproximación para dimensionar el conocido techo de cristal al que se refiere el movimiento feminista.”
Al preguntar por la maternidad y la paternidad, también hay cifras sorprendentes. Según el estudio, ellos creen más que “ser padre es lo mejor que le puede pasar a un hombre”: el 79%. Esa cifra baja al 68% en ellas. El 10% de ellos no quiere tener hijos y en ellas es el 12%; y entre las de 18 a 40 años, ese porcentaje sube al 14%, frente al 11% entre las mujeres de 41 a 65 años. “En los hombres no hay cambios entre estas dos generaciones”, dice el estudio. En esta cuestión, “lo más alucinante” para Sagnier es la contradicción que se da entre “la práctica unanimidad al considerar que en general los padres son capaces de cuidar de los hijos e hijas tan bien como las madres (88% entre los hombres y 86% entre las mujeres), y la elevadísima proporción de las personas que creen que pueden sufrir los hijos pequeños si la madre trabaja fuera de casa (57% de los hombres y 52% de las mujeres)”.
“Cuando sigues ahondando en las respuestas, no sé si desaparece o la sorpresa se hace mayor, porque entiendes el por qué ocurre, pero, sobre todo, entiendes las horribles consecuencias para las mujeres”. La idea establecida socialmente que “otorga a las mujeres el papel de mejores cuidadoras” provoca que “la maternidad acabe interfiriendo en su ámbito profesional”. El 25% de ellas se ha acogido a una excedencia o reducción de jornada por cuidar, frente al 12% de ellos. “Y entre las personas que han dejado de estar activas, las mujeres que declaran que lo han hecho porque lo exigía su situación familiar son el 29% frente al 7% de los hombres”, según el informe. “Es clave que la sociedad sea consciente de los costes que tiene que las mujeres dejen de estar activas en el ámbito público para centrarse en exclusiva en el privado, y pierdan poder adquisitivo o dejen de ser económicamente independientes, pasando a depender del padre de sus hijos e hijas”.
En cualquier caso, dice, “los datos son incontestables” y hablan de “la necesidad urgente” de trabajar para acabar con esas desigualdades: “Se han logrado muchos avances en el ámbito de las políticas públicas y de las leyes, pero el trabajo que queda por hacer es mucho más complicado, ya que solo se puede cambiar con educación en igualdad dentro y fuera de las cuatro paredes del hogar. Si en casa no predicamos con el ejemplo, nada cambiará”. No cambiarán las desigualdades que hay por todas partes. En las pastillas que se toman para dormir, en cuánto de felices son, cuánto se masturban o en cómo se cumplen o no las expectativas que tenían con la vida.
Aquí, algunas de las otras brechas que se reflejan en el estudio.
Más presión en la vida para ellas. Las mujeres jóvenes (de 18 a 40 años) se sienten un 33% más presionadas que los hombres. Sobre todo en “tener éxito en los estudios”, “no defraudar” a su familia, y “ser físicamente atractivas”.
Caminar por la calle. El 33% de las mujeres dice que no se siente nada segura en su barrio después de oscurecer; en ellos es un 10%. Entre las más jóvenes, la brecha aumenta al 42% de ellas y al 12% de ellos.
Las expectativas. “Las expectativas que los hombres se crean con respecto a su vida se cumplen en mayor proporción que las expectativas que se crean las mujeres con respecto a la suya”, dice el estudio. El 56% de los hombres afirman que su vida está siendo acorde con sus expectativas o por encima de ellas, frente al 50% de mujeres que están de acuerdo con esa afirmación.
La infelicidad. Hay cinco facetas de la vida en las que hay más mujeres infelices: el aspecto físico (59% de las mujeres, 54% de los hombres); la salud (49% de ellas, 42% de ellos); el tiempo libre (49% de mujeres y 43% de hombres); el padre (el 30% de las mujeres frente al 25% de los hombres); y la pareja (29% de ellas, 24% de ellos).
Masturbación, pornografía y prostitución. “Mujeres y hombres tienen una relación muy distinta con los tres”, sienta el informe. Semanalmente, se masturban el 51% de los hombres frente al 20% de las mujeres. Consumen pornografía de forma semanal el 40% de los hombres frente al 8% de las mujeres. Recurren a la prostitución el 8% de los hombres frente al 3% de las mujeres.
Medicarse: sueño, ansiedad y depresión. Ellas, por esas tres cuestiones, consumen más medicamentos: de forma semanal toman por problemas con el sueño el 23% de las mujeres y el 16% de los hombres. Para la ansiedad o depresión, el 18% de ellas y el 11% de ellos. Y entre las mujeres de 41 a 64 años, “el consumo de ambos tipos de medicamentos se dispara, situándose en el 29% y el 22% respectivamente”.
La carga familiar. “Hay una gran disparidad en la forma como los hombres y las mujeres que conviven perciben su contribución a las tareas familiares, sobre todo cuando se trata de la crianza”, dice el informe. Ellas creen que hacen el 69% de las tareas de la casa y el 69% del cuidado y educación de hijos e hijas; ellos creen que ellas hacen mucho menos, el 54% y el 48%, respectivamente. Esto, añade el estudio, influye en la satisfacción hay en la vida de esas parejas. Son más felices “si están en relaciones donde hay corresponsabilidad”. “Entre las mujeres que viven en relaciones donde ellas soportan un peso mayor, la felicidad media con su pareja es 7,1 (frente a 7,9 en las que ambos contribuyen por igual) y la felicidad con la vida es, de media, 6,9 (frente a 7,3 en las que ambos contribuyen por igual). Entre ellos, sin embargo, la diferencia es menor, la felicidad media con la pareja es de 7,5 (frente a 7,9 si ambos contribuyen por igual) y la felicidad con la vida es, de media, 6,9 (frente a 7,2 cuando ambos contribuyen por igual).