El desempeño de la economía de México durante los primeros cinco años de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha sido dispar. El país fue el último entre sus pares latinoamericanos en recuperarse después de la pandemia, su Producto Interno Bruto (PIB) está estancado y la inversión pública cayó. Al mismo tiempo, la deuda no se disparó, la producción petrolera subió marginalmente y la moneda se fortaleció de manera importante.
El sexenio de López Obrador empezó antes de tiempo y con un golpe. En octubre de 2018, un mes antes de que tomara el poder, el presidenteelecto anunció que cancelaría una megaobra de la Administración en curso, el nuevo aeropuerto para la Ciudad de México. Los mercados vendieron sus posiciones en pesos y, asombrados, muchos empresarios extranjeros pausaron sus planes de inversión en el país. En ese momento se colocó la vara para medir el desempeño de la segunda economía de Latinoamérica entre 2018 y 2024 y, quizás, se lo hizo demasiado abajo.
Después vinieron las iniciativas de ley por revertir la apertura al sector energético heredada del presidente anterior. En el camino, Estados Unidos restringió su comercio con China, beneficiando a México. Las promesas de inversión extranjera han generado optimismo. Analistas y expertos escépticos del actual Gobierno han mejorado sus perspectivas. Todo indica que el presidente goza del beneficio que le brinda haber arrancado la carrera con bajas expectativas.
Crecimiento
El historial “no se puede medir nada más tomando en cuenta el crecimiento económico, máxime cuando se cruzó la pandemia”, dice Gabriel Casillas, economista jefe para México del banco de inversión Barclays. El PIB del país retrocedió 0,1% entre 2019 y 2022 y no regresó a su nivel pre pandemia hasta el tercer trimestre del año pasado. Casillas argumenta que la recuperación fue lenta porque en México, a diferencia de otros países, el Gobierno se rehusó a implementar estímulos fiscales para ayudar a empresas durante los confinamientos.
Barclays estima que el PIB crecerá 3% este año. “Después de haber tocado niveles pre-covid, hemos visto un crecimiento bastante acelerado”, dice Casillas, “y creo que eso es importante porque ya no es nada más un crecimiento por regresar a los niveles previos a la covid, sino que ya ha sido un crecimiento por otras razones”.
Una de esas razones es Estados Unidos, potencia mundial que ha sorprendido a analistas al no caer en recesión en los últimos dos años. Las exportaciones son uno de los cuatro pilares de la economía mexicana (junto con el turismo, las remesas y el petróleo) y en un momento en el que EE UU ha hecho todo lo posible por dejar de comprarle a China México ha ocupado con comodidad parte del terreno perdido por el gigante asiático.
El intercambio comercial entre ambos países es más intenso que nunca, a pesar de disputas oficiales que se han hecho, por parte de ambos, en el marco del tratado de libre comercio, el TMEC. La política proteccionista en energía y la prohibición del maíz transgénico son violatorias del TMEC, argumenta la Casa Blanca. “La verdad es que no abona a tener una buena relación comercial con Estados Unidos”, opina Casillas, “pero tampoco es algo que sea considerado como grave. Es más un roce político”.
Responsabilidad fiscal
Mucho se ha dicho de que este no fue un Gobierno que gastó de manera imprudente, pero la aseveración de que la deuda no se incrementó no es totalmente cierta, asegura Mariana Campos, directora del centro de análisis e incidencia sin fines de lucro México Evalúa y ex funcionaria de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Su organización estima que el saldo histórico de los requerimientos financieros del sector público, la medida más amplia de la deuda, será entre 4% y 5% más alto que el dejado por la Administración anterior.
“Los requerimientos financieros del sector público han superado lo establecido en el programa de endeudamiento por tres años consecutivos”, asegura Campos. “Si uno ve el pasado, esto ha sucedido solo una vez antes, en realidad no es la norma. El Gobierno mexicano siempre se ha distinguido por ser disciplinado. Sin embargo, la situación del crecimiento tan bajo, de los ingresos y del crecimiento de algunos gastos ha hecho esto imposible”, explica.
Campos destaca que, si bien uno de los logros de la Administración ha sido su habilidad para cobrar los adeudos tributarios de grandes contribuyentes de años atrás, el país sigue sin recaudar suficientes impuestos para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. México Evalúa estima que el país recauda cerca del 18% del PIB en impuestos, comparado con el 22% del promedio regional.
“Uno de los lemas más importantes del presidente ha sido que no hará una reforma fiscal. En mi opinión, una de sus funciones es asegurar que haya una recaudación adecuada. Esa promesa evidentemente está orientada a a no enfrentar un costo político de recaudar más impuestos, cuando en realidad lo que tendría que pensar es en lo que necesitan los mexicanos para su desarrollo”, opina la especialista.
La deude de Pemex
“La responsabilidad fiscal del presidente muchos no la esperaban”, dice, por su parte, Casillas.”¿Cuanta gente dijo al principio del sexenio que México iba a perder grado de inversión? Eso no ha sucedido. Todavía falta un año, pero yo espero que no pase”, agrega el economista. En lo que va del sexenio, México sigue gozando de su grado de inversión, pero la petrolera del Estado, prioridad de López Obrador, no.
El Gobierno ha ofrecido ayudas a la endeudada Petróleos Mexicanos (Pemex) de cerca del 1% del PIB. Esto no salvó a la empresa de caer a estatus de deuda “basura”, por lo que paga intereses más altos. “Esta administración ha tenido que lidiar con ese sobreendeudamiento que dejó la Administración anterior y los mercados han sido muy negativos con Pemex por tener tanta deuda. Pero ha habido claroscuros”, asegura.
Por ejemplo, ha sido la primera Administración en casi dos décadas que ha podido levantar la producción petrolera, aunque marginalmente. “Dadas las perspectivas y la ideología de la Administración, creo que ha salido bastante bien librada”, opina Casillas.
Moneda fuerte
El historial económico de López Obrador no solo ha sido mejor de lo esperado, sino que ha sido mejor que el de la mayoría de países emergentes pares. Perú, Chile y Colombia viven bajo la amenaza de la inestabilidad social y/o política, por ejemplo, mientras China, el segundo mercado emergente más grande del mundo (después de India), lucha por crecer sin depender del comercio con EE UU. Para muestra, está el tipo de cambio, el cual se ha fortalecido cerca de 15% contra el dólar en los últimos dos años. Esto tiene que ver con que las tasas de interés en instrumentos denominados en pesos es muy atractiva.
“Todos los demás bancos centrales de países emergentes y desarrollados también han subido tasas, entonces no podemos hablar de un tema artificial. Hay otros temas internacionales que han causado que el peso también esté fuerte”, como la afectación a países pares por la guerra en Ucrania, la inestabilidad en Turquía y la guerra comercial entre EE UU y China. “Hay fuerzas externas, sí, pero esto no sucedería si la perspectiva del país no fuera buena”, señala Castillas.
Pobreza
Para tener una reporte de calificaciones sano, el Gobierno ha dejado de gastar en las cosas que son más importantes para los mexicanos, argumenta Campos. Mientras Pemex y las grandes obras de infraestructura se llevan grandes tajadas del presupuesto, se ha reducido el gasto en salud, educación y el sistema nacional de cuidados. Las finanzas públicas están comprometidas a muy largo plazo, ya que el Gobierno incrementó el gasto en pensiones a adultos mayores. “Es un acierto, porque el Gobierno tiene que reconocer un pasivo social histórico”, dice Campos, “pero lo que me parece que es irresponsable es el no haber querido discutir fuentes de financiamiento para que sea sostenible la situación”.
De acuerdo con los datos más recientes, casi nueve millones de personas salieron de la pobreza en lo que va del sexenio, impulsados mayoritariamente por una mejora en su ingreso. Pero el número de personas en extrema pobreza sigue igual y el acceso a servicios empeoró para la mayoría.
“Si imaginamos la situación como una economía familiar, esto es como si una casa tuviera pocos ingresos en el corto plazo entonces deciden que el hijo ya no estudie”, explica Campos, “de pronto va a entrar más dinero disponible para gastar. Vas a tener para ir de viaje, cambiar unos muebles, sí, pero a costa de que tu hijo no se eduque. Lo que le estás ocasionando al hijo es una pobreza en el futuro”.
“Es bueno que haya bajado la pobreza, pero las medidas para mitigar la pobreza también tienen que ser sostenibles”, señala la especialista.