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Morena inicia su semana clave: Sheinbaum y Ebrard deberán digerir la victoria o la ‘operación cicatriz’

Los resultados de la encuesta interna revelarán el miércoles si el ganador y el segundo son capaces de llevar el partido unido hasta las presidenciales de 2024

El canciller Marcelo Ebrard y la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum

Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum.Getty Images / Reuters

Las horas vertiginosas en que se mueve la política en México tendrán esta semana que comienza nuevo protagonista, Morena y su proceso interno, que emprende la recta final cuando aún no se ha apagado el eco de la contienda librada en la oposición, que culminó ayer con himno y banderas y una multitud reunida en torno a la figura de una nueva candidata de unidad, Xóchitl Gálvez. El miércoles se conocerá quién competirá con ella en las elecciones presidenciales de junio de 2024 por el partido guinda. El frente del presidente López Obrador tendrá este lunes completado el 100% de las encuestas que decidirán si es Claudia Sheinbaum, la favorita en los sondeos externos hasta ahora, o Marcelo Ebrard, segundo en liza, quien se alce vencedor.

El partido muestra los nervios propios de una final, como demuestra el comunicado que este domingo hizo público el presidente nacional de Morena, Mario Delgado, en el que llamaba a “no realizar ningún tipo de activismo en favor de nadie, ni llamadas de call center, ni perifoneos, ni pautas en redes, cadenas de Whats App, ni volanteos, pega de pósters o pintas de bardas”, nada que pueda hacer descarrilar un delicado proceso. Los días previos no han estado exentos de ruido en las filas morenistas, con el equipo del excanciller Ebrard quejándose de favoritismos con las casas encuestadoras elegidas así como fallas en el proceso con las urnas y las papeletas. Y Morena es consciente de que altisonancias de última hora podrían sumir al partido en semanas de incertidumbre y desunión. En este escenario, Ebrard será un nombre clave.

 

El canciller ha peleado duro por recortar las distancias con Sheinbaum, a sabiendas de que es el único que podía competir. Muy por detrás está el resto de contendientes, el exsecretario de Gobernación, Adán Augusto López, el jefe de la bancada morenista en el Senado, Ricardo Monreal, y los contendientes por el Partido del Trabajo, Gerardo Fernández Noroña, y por el Verde, Manuel Velasco. Ebrard ha denunciado cierto desaseo en el proceso interno del partido y los dirigentes concedieron un día más para el levantamiento de las encuestas, pero el ruido no procede solo de sus filas.

Los partidos de la oposición no han dejado de hacer guiños al excanciller para una eventual incorporación a su movimiento si no lograba el podio morenista. La propia Xóchitl Gálvez sugería el pasado 21 de agosto que Ebrard podría sumarse a su Frente, necesitada como está la oposición de sumar apoyos si quiere recortar puntos con Morena, muy aventajado en las encuestas, hasta que se conozca, al menos, cómo ha cambiado el interés ciudadano en los últimos días en los que el Frente Amplio por México ha recobrado los ánimos y la ilusión. En Movimiento Ciudadano, el único partido que aún no ha movido sus fichas ni designado candidato, igualmente se veía con buenos ojos un posible acercamiento del aspirante morenista a su proyecto, que también se pretende abierto y con el concurso de la sociedad civil. En primavera, el líder naranja, Dante Delgado, incluía a Ebrard entre las personas que, como él, tenían el ánimo de derrotar al presidente Obrador, decía. El entonces canciller estaba molesto por cómo se estaba diseñando el proceso para elegir al sustituto de Obrador y aparecía en las quinielas de propios y contrarios. Después se avino al proceso que comandó el presidente y salió a pelear con garra en los Estados. Pero en las últimas semanas se han reavivado los desencuentros y la operación cicatriz después del recuento puede ser complicada.

Los pasos del segundo en la contienda se han interpretado como un interés por mantener viva la llama de la ruptura llegado el caso, algo que él ha rechazado, puesto que sostiene que, según sus sondeos, está el primero. Una encuesta de Enkoll para este periódico publicada el 23 de agosto revelaba una diferencia de 17 puntos entre él y Sheinbaum, a favor de esta última. A la exalcaldesa de la capital los ciudadanos le concedían ventaja en la intención de voto y ganadora en honestidad y cercanía a la gente, mientras que el excanciller salía favorecido en su conocimiento del país y, a su vez, resultaba el más conocido entre quienes participarán en la contienda interna. Esta semana, crucial para Morena, las encuestas revelarán por fin si las preferencias se mantienen en ese orden.

“Hay que divertirse un poco y ser más lúdico, la política está cambiando muy rápido”, decía días atrás Ebrard. Y no le falta razón. Hace solo unos meses su nombre era todavía objeto de deseo para una oposición desnortada que no acababa de definir un cartel y parecía dispuesta a empujar su carro con lo que le sobrara a Morena. Eso ha cambiado radicalmente. La oposición se ha recompuesto en torno a una candidata que no ha dejado de crecer y ha devuelto el optimismo a la coalición de partidos que representa, muy dispares entre sí, pero ilusionados con Xóchitl Gálvez, en quien han visto una posibilidad única de remontar el vuelo en los próximos comicios. Aunque se sepan lejos de la presidencia, no descartan ya dar un buen bocado al reparto de curules en el Congreso, por ejemplo. Esa puerta de ruptura con Morena para ser cabeza de cartel con los contrarios parece haber quedado ya cerrada para Ebrard. La política cambia muy rápido, en efecto. Y no siempre puedo uno divertirse con ello.

El miércoles será, pues, día clave entre los Morenistas, que verán si los resultados de la encuesta se celebran en unión o con el destrozo de un partido dividido. Cualquier paso en falso puede sembrar la discordia, justo ahora que la oposición toma vuelo. En el Frente Amplio por México trascendió a principios de la semana pasada que Beatriz Paredes, la candidata del PRI, iba atrás en las encuestas, y el jueves, su partido optó por descabalgarla y alzar la mano de Xóchitl Gálvez prematuramente, sin esperar a las elecciones entre los simpatizantes previstas para el domingo. Finalmente, la jugada no salió mal, pero a muchos que habían confiado en la prometida participación de la ciudadanía para elegir al candidato de la oposición les quedó un sabor amargo y algunas preguntas sobre qué ganaba el líder del PRI, Alejandro Moreno, a cambio de ese gesto antinatural.

El presidente nacional de Morena ha tomado nota, no en vano los procesos que están siguiendo los dos equipos son muy similares. Delgado ha anunciado este domingo: “No hay ni habrá resultados parciales, por lo que nadie puede adelantar información en ese sentido. Les pedimos paciencia y respeto a esperar el veredicto de la gente” recogido en las encuestas. Si su llamado se obedece, habrá que esperar al miércoles para saber quién peleará con Xóchitl Gálvez por el Palacio Nacional.

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