La cumbre del G-20 celebrada este fin de semana en Nueva Delhi ha insuflado algo de oxígeno a un multilateralismo malherido. El comunicado de consenso sellado en este foro mantiene viva la capacidad de diálogo y acuerdo entre potencias, abriendo perspectivas para un papel reforzado de instituciones financieras internacionales y poniendo en evidencia el creciente valor en la mesa global de la heterogénea galaxia de países agrupados dentro del concepto de sur global. Un encuentro mantenido al margen de la cumbre entre el presidente de EE UU, Joe Biden, y el primer ministro de China, Li Qiang, desvelado este domingo por la tarde por el mandatario estadounidense, es otro elemento positivo en la lógica del diálogo.
El mundo atraviesa una época de creciente confrontación o fricción entre potencias y bloques, con la invasión rusa de Ucrania y las relaciones entre Estados Unidos y China como elementos principales de crisis. El camino hacia la cumbre fue tan tenso que, como señaló este domingo una fuente europea involucrada en las negociaciones, había fuertes dudas de que se pudiera lograr un consenso. El posicionamiento sobre el conflicto en Ucrania era el escollo. Un fracaso en el G-20 habría sido un nuevo, gravísimo golpe al multilateralismo, afectando a un foro que reúne a los principales países del mundo y es, en términos políticos, el principal punto de encuentro entre potencias, al margen de una ONU cada vez más bloqueada.
El comunicado conjunto de Nueva Delhi evitó ese riesgo. El mero hecho de haber cerrado un acuerdo en ese foro, al margen de su contenido, es toda una señal diplomática significativa. Pero el texto acordado y elementos colaterales de la cumbre ofrecen también elementos sustanciales para el multilateralismo.
Impulso a las instituciones financieras
Uno de ellos es el renovado impulso a las instituciones financieras internacionales, en clave de aumento de la capacidad y eficacia de los préstamos para el desarrollo económico y para la cuestión climática. “Tenemos que expandir el papel de los bancos multilaterales de desarrollo”, exhortó el anfitrión, el primer ministro indio, Narendra Modi, en la jornada con la que concluyó la cumbre. El presidente francés, Emmanuel Macron, también incidió en la necesidad de un mayor flujo de financiación pública para reducir la fractura de desigualdad en el mundo y para acelerar en la transición energética.
Otro elemento que habla de la capacidad de diversos países para ponerse de acuerdo es el protagonismo del llamado sur global, elemento significativo del devenir de las relaciones internacionales, que también refuerza el multilateralismo, en la medida en la que altera la dinámica de los bloques tradicionales del hemisferio norte. La cumbre ha dado luz verde a la adhesión de la Unión Africana al G-20.
El sur importa. Puede que desde el norte lo haga sobre todo para buscar complicidades en el pulso entre potencias del mismo norte. Pero la realidad es que se mueven cosas. Una muestra de ello es el proyecto impulsado por EE UU y la UE para establecer dos corredores de conexión de transporte, energético y digital entre Europa y la India, y en el África subsahariana.
La vicepresidenta primera del Gobierno de España, Nadia Calviño consideró que la cumbre en sí traslada un mensaje fuerte a favor del multilateralismo. “Esta cumbre concluye con un refuerzo del multilateralismo. Hay unanimidad en considerar que la presidencia india ha hecho un buen trabajo”, aseguró.
Macron, por su parte, elogió las labores de la presidencia india, y subrayó la, a su juicio, inteligente jugada por parte de Nueva Delhi de involucrar en las negociaciones a Brasil y Sudáfrica, países del sur que asumirán próximamente la presidencia del grupo. La fuente europea involucrada en las negociaciones también elogió la presidencia india.
Como en toda declaración política internacional desprovista de fuerza ejecutiva, está por ver hasta qué punto estos compromisos se convertirán en realidades. Pero el valor político es importante en un momento de fracturas que se ensanchan. La reciente decisión de los BRICS de ampliar aquel foro es, para algunos de sus miembros actuales y futuros —China, Rusia, Irán— algo que tiene aroma de constitución de un bloque contrapuesto al occidental.
Ucrania, el principal escollo
El posicionamiento sobre la crisis de Ucrania fue el principal escollo. El acuerdo alcanzado subraya que todos los Estados deben abstenerse de recurrir a la fuerza para buscar conquistas territoriales contra la integridad territorial, soberanía e independencia política de otros. También aboga por una paz justa y duradera, conceptos que suelen estar en la narrativa de Kiev.
Esos elementos son claros dardos contra Moscú. Sin embargo, el hecho de que Rusia no aparezca nombrada y que no haya una condena explícita de la invasión —el comunicado de la cumbre del año anterior, en Bali, afirmaba que “la mayoría condenó rotundamente” la agresión, precisando que otros manifestaron un punto de vista diferente— ha causado decepción en Kiev. Moscú se ha declarado satisfecha con el texto.
La delegación española —con Nadia Calviño y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, a la cabeza, con el presidente Pedro Sánchez ausente por haber contraído la covid— no comparte esta visión negativa del comunicado que se ha instalado en algunos medios, ni las críticas del presidente ucranio, Volodímir Zelenski. La vicepresidenta primera dijo que “todos los países han tenido una valoración positiva”. “Respetamos a todos [en referencia a Zelenski] pero creemos que el comunicado refleja que estamos en un momento muy diferente al del año pasado. Si en Bali se ponían de relieve las discrepancias, este comunicado logra un consenso que llama de manera clara a una paz justa y duradera basada en el respeto a la integridad territorial. Merece una valoración positiva”, sentenció.
Para la delegación española, todo lo que está en el comunicado conduce a la paz que está buscando Zelenski, con una excepción: la condena a la invasión y la exigencia de la retirada de las tropas rusas. Pero sobre esto último no hay consenso, explican, varios países están cerca de Rusia, y por eso, según la visión española, es ya un gran avance que el texto hable del respeto a la integridad territorial y apunte hacia la paz.
Macron, en su conferencia de prensa, consideró que esto no es una victoria para Rusia. El mandatario francés subrayó que el G-20 es un foro dedicado a cuestiones globales de carácter económico, financiero, medioambientales y que no está en su misión central ocuparse de geopolítica y seguridad. Apuntó que, por lo tanto, no es razonable bloquear su funcionamiento por un desacuerdo en esos apartados. En el mismo sentido se manifestó el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula de Silva: “No podemos dejar que cuestiones geopolíticas secuestren la agenda del G-20″. No ocurrió. El multilateralismo salió de Nueva Delhi con un poco más de aliento.