El ejército israelí ha efectuado en la madrugada de este jueves su mayor incursión terrestre en Gaza desde el ataque de Hamás. No ha sido la invasión para “destruir las capacidades militares y de gobierno de Hamás” que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lleva días anunciando y prometió este miércoles que llegará en su debido momento. Pero sí la primera vez en 19 días que tanques e infantería han penetrado “durante horas” en la Franja para “eliminar terroristas”, “neutra...
lizar amenazas” y desactivar explosivos, según ha explicado el portavoz militar, Daniel Hagari, en su parte diario ante la prensa. El ejército israelí ha difundido vídeos de la incursión. Se puede ver a vehículos acorazados atravesar la misma barrera de hormigón que cientos de milicianos cruzaron en el estudiado ataque masivo por sorpresa que dejó 1.400 muertos, principalmente civiles, y desencadenó la actual crisis.
La maniobra, dirigida ―en palabras de Hagari― a preparar el terreno para “las próximas fases de la guerra”, marcha paralela a los intensos bombardeos aéreos, que matan diariamente a cientos de palestinos, en un 68% niños y mujeres, según el Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás. Uno de ellos, en un asesinato selectivo este jueves, ha sido identificado por el ejército israelí como Shadi Barud, subjefe de la dirección de inteligencia de Hamás y “copartícipe en la planificación” del ataque del día 7.
La combinación de los frecuentes bombardeos con el “bloqueo completo” de suministros a Gaza desde Israel y el ingreso de ayuda desde Egipto solo a cuentagotas, ahonda el deterioro de la crisis humanitaria, que alcanza ya “proporciones catastróficas”, en palabras de Ahmed Al-Mandhari, director regional para el Mediterráneo Oriental de la Organización Mundial de la Salud.
Por falta de combustible para los generadores, los hospitales han empezado a racionar la electricidad para destinarla únicamente a las actuaciones de emergencia. Y la ayuda, ya considerada exigua cuando comenzó a fluir desde Egipto el pasado sábado, ha ido decreciendo. En las últimas 48 horas, apenas 20 camiones con agua, comida y medicamentos han atravesado el paso de Rafah, el único abierto, que conecta el enclave palestino con Egipto. Es decir, un 2% de los que lo hacían cada día antes de la guerra. La confederación de 21 organizaciones caritativas Oxfam Internacional ha acusado a Israel en un comunicado de utilizar el hambre “como arma de guerra contra los civiles de Gaza” y cifra en 30 los camiones que han entrado cargados con alimentos, total o parcialmente, desde el endurecimiento del cerco. Es un 2% de la comida que podría entrar a la Franja, calcula Oxfam Internacional.
Ninguno de los convoyes llevaba combustible, cuyo suministro rechazan Israel y Estados Unidos. La agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA, en sus siglas en inglés) ha advertido este jueves de que “las próximas 24 horas son muy importantes” porque, si no entra fuel, se verá obligada a “reducir, y en algunos casos detener, sus operaciones humanitarias a lo largo y ancho de Gaza”. Israel no lo permite porque Hamás ―el grupo armado islamista que gobierna en la Franja desde 2007― lo está usando para sus “necesidades operativas”, ha argumentado el portavoz militar.
De los 1,4 millones de gazatíes que han dejado sus hogares por los bombardeos (dos tercios de la población), 613.000 se refugian en instalaciones de la UNRWA, como escuelas y centro de salud, y unas 700.000, en casas de familiares, según datos de la Oficina de Naciones Unidas de Asuntos Humanitarios. La UNRWA ha perdido también en los ataques aéreos a 38 trabajadores.
Los únicos cinco países árabes que tienen relaciones diplomáticas con Israel (Jordania, Egipto, Marruecos, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin) y otros cuatro (Qatar, Arabia Saudí, Omán y Kuwait) han emitido un comunicado conjunto en el que condenan la “política de castigo colectivo” y “todas las acciones de violencia y terrorismo” contra civiles. En el texto, difundido por las cancillerías en la red social X (antes Twitter), piden un alto el fuego “inmediato y sostenible” y subrayan que el “derecho a la autodefensa” no puede “justificar vulneraciones flagrantes del derecho internacional ni la omisión deliberada de los derechos legítimos del pueblo palestino”.
Ante el retraso de la fase terrestre de la operación, Netanyahu se ha visto obligado en los últimos días a recalcar que no ha dado marcha atrás, y que Gobierno y Fuerzas Armadas van de la mano. “Nos estamos preparando para una invasión terrestre. No voy a especificar cuándo, cómo ni cuánto. Tampoco las distintas consideraciones que hacemos, que en su mayoría no conoce el público, y así es como tiene que ser, para que podamos preservar la vida de los soldados”, dijo este miércoles en un discurso a la nación, tras días de filtraciones a los medios nacionales sobre el descontento en el ejército con el primer ministro sobre una operación que lleva días preparada.
De puertas para fuera, Israel y Estados Unidos insisten en que solo el primero decide los tiempos y las acciones. El segundo se limita a proporcionarle ayuda (como portaaviones desplegados en el Mediterráneo) para “no defenderse solo”, como prometió su secretario de Estado, Antony Blinken, poco después del ataque de Hamás. El presidente, Joe Biden, ha reiterado el “derecho y responsabilidad” de Israel de “defender a sus ciudadanos del terrorismo y de hacerlo de una manera acorde al derecho internacional”. El comunicado de la Casa Blanca llega en plena polémica por el cuestionamiento de Biden de las cifras de muertos palestinos que difunde el Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás en Gaza, que ha respondido publicando un documento de 212 páginas con el nombre, género y edad de 6.747, y señalando que hay otros 281 aún por identificar.
De puertas para dentro, los estadounidenses están, sin embargo, preocupados por la capacidad de su aliado para lidiar con una guerra regional que pudiese desencadenar la invasión. De hecho, su Marina informó de la intercepción de una ráfaga de misiles y drones lanzada desde Yemen contra Israel, aparentemente por las milicias Huthi, a las que apoya Irán.
Washington quiere atar bien los cabos antes de que Israel entre con todo en Gaza. Es, según diversos analistas, uno de los principales factores que está retrasando la invasión. Pero también pretende llevar a buen puerto las negociaciones, con mediación de Qatar, para liberar a los al menos 224 rehenes que quedan en Gaza, una parte de los cuales son también sus nacionales. Hamás ha liberado desde el fin de semana pasado a cuatro: una madre e hija estadounidenses, y dos ancianas israelíes. Qatar trabaja ahora mismo en un paquete mucho mayor: en torno a 50 con pasaporte extranjero.
Este jueves, Abu Obeida, el portavoz del brazo armado de Hamás, las Brigadas de Ezedín al Qasam, ha estimado en otro medio centenar los rehenes muertos por los propios bombardeos israelíes, en un mensaje en la red Telegram sin nombres ni pruebas.