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EL SOL DE CUAUTLA: Declara y "huye" ex fiscal, por caso Tetelcingo

Medios de comunicación esperaron la salida del ex fiscal; sin embargo, no dio ninguna declaración.
 

 

A más de 13 meses de haber renunciado a la Fiscalía General del Estado (FGE) y asumir la delegación de la Procuraduría General de la República (PGR) en Durango, el ex fiscal Rodrigo Dorantes Salgado volvió a pisar ayer territorio morelense para rendir su declaración como testigo durante la inhumación clandestina de 119 cuerpos no identificados en el pueblo de Tetelcingo, hecho que ocurrió en marzo de 2014, cuando se encontraba a cargo de la dependencia que realizó la sepultura masiva.

La declaración del fiscal duró más de cinco horas y se realizó a puerta cerrada en el segundo piso de las instalaciones de la Fiscalía Regional Oriente, ubicada en el Centro Histórico de Cuautla.

Sin que ningún medio de comunicación estuviera presente, el ex funcionario de Morelos arribó cerca de las 09:30 horas, momento en el que dio inicio la larga espera que tuvieron que asumir los reporteros que fueron llegando en el transcurso de la mañana, apostados a la entrada de la oficina ministerial para entrevistar a Dorantes Salgado.

Había varias preguntas que hacerle: ¿Por qué permitió la inhumación ilegal de más de 100 cuerpos en un panteón irregular? ¿Por qué permitió que un cuerpo plenamente identificado por sus familiares (el de Oliver Wenceslao Navarrete Hernández) fuera sepultado en ese lugar? Sin embargo, el ex fiscal llegó acompañado por siete guaruras personales vestidos de civiles, quienes obstruyeron la colocación de micrófonos y cámaras al frente de alguien que, por otro lado, optó por guardar silencio y evadir los reclamos de la madre y la tía de Oliver.

Tan cerca y tan lejos

Pocos sabían que el fiscal acudió acompañado por Ricardo Flores Delgado, antiguo titular de la Dirección General de Investigaciones y Procesos Penales de la Zona Metropolitana, quien se desempeñó en ese cargo hasta agosto de 2015, poco después de la salida de Dorantes Salgado al frente de la FGE.

Para la familia de Oliver, la presencia de Flores Delgado en la fiscalía pudo haber sido otra situación clave para continuar con la investigación y hallar a los responsables de la inhumación de los cuerpos. Sin embargo, el ex funcionario abandonó el lugar al mediodía ante los reclamos de María Concepción y Amalia Harnández Hernández, madre y tía de Oliver, respectivamente, quienes inmediatamente subieron a la oficina del fiscal regional, Rafael Ávila López, para reclamarle por haber desperdiciado la oportunidad de citarlo a declarar:

"En este momento lo tenían acá y se le notificó a usted; ¿acaso no era el momento para decirle o entregarle o que de una vez compareciera, ya que había quedado de venir el señor a comparecer?", se quejó la madre.

"Se tendrá que girar el citatorio de él", le respondió el fiscal regional. "Hay datos que tenemos en cuanto a su domicilio, así que será citado, pero tenemos que hacer la investigación de una manera ordenada, metodológicamente, hay que ver la declaración (de Dorantes Salgado) para preparar la diligencia", explicó.

Momentos antes, la madre de Oliver había reconocido el trabajo de la FGE al mencionar que "está poniendo todo de su parte, salteando y sorteando, pero, dentro de lo que cabe y de acuerdo a sus posibilidades, van trabajando", dijo. Sin embargo, eso fue antes de que Ricardo Flores y Rodrigo Dorantes se retiraran apresuradamente, el primero en un taxi y el segundo una camioneta blanca, a toda velocidad.

La tumultuosa huida

Después de más de cinco horas de espera, la puerta de la oficina ministerial finalmente se abrió por completo. Aunque los reporteros y los familiares de Oliver trataron de detener el paso del ex fiscal para interrogarlo, sus guaruras lograron esquivar las cámaras y los micrófonos. Su descenso del segundo al primer piso se realizó en medio de empujones, gritos, enredo de cables y la caída de al menos un micrófono, cuyo cubo se hizo pedazos.

"¡Señor Dorantes, señor Dorantes, le estoy hablando! ¡Ahora quiero que me conteste usted: ¿por qué nunca me dijo que iba a echar ahí a mi hijo?!", le gritó la madre de Oliver. "¡Agárralo, agárralo, no lo dejen que se vaya!", gritó la tía.

Pero ni la insistencia de los medios de comunicación ni los reclamos de las dos mujeres lograron evitar que los guardaespaldas condujeran a Dorantes Salgado por una salida alterna, dentro de una oficina que fue cerrada con un portazo. Al tratar de alcanzarlo en el estacionamiento de la fiscalía, la camioneta blanca ya había arrancado y huía a toda velocidad.

 

   
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