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Tres detenciones en tres días: Rusia recrudece la ofensiva contra la prensa extranjera

En un breve lapso de tres días, las autoridades rusas han detenido al menos a tres periodistas rusos de medios y agencias de noticias de países occidentales considerados “inamistosos” por el Kremlin. Se trata de Serguéi Mingázov, reportero de la edición en ruso de la revista estadounidense Forbes, que ha sido detenido bajo la acusación de desacreditar las acciones del ejército ruso en Ucrania por compartir en sus redes sociales varias informaciones de terceros sobre la matanza de Bucha. A Serguéi Karelin y Konstantín Gábov —de la agencia estadounidense Associated Press (AP) y de la británica Reuters, respectivamente—, el Kremlin les imputa una supuesta colaboración con el equipo del disidente fallecido en prisión Alexéi Navalni. Los arrestos de estos periodistas se suman a las expulsiones y encarcelamientos de otros corresponsales occidentales y rusos en el último año.

Las fuerzas de seguridad rusas detuvieron a Mingázov en su domicilio a las seis de la mañana del pasado viernes en la ciudad siberiana de Jabárovsk, situada a unos 25 kilómetros de la frontera china. Las autoridades requisaron tanto su ordenador y su teléfono como los de sus hijos y esposa, según ha revelado Forbes. Un tribunal de esa localidad dictaminó un día después, el sábado, que debe permanecer bajo arresto domiciliario hasta la conclusión de su juicio. A la salida de la vista, Mingázov declaró que esperaba poder zanjar el asunto, declarándose culpable y abonando una multa, según declaró al medio local 7x7.

La acusación que pesa sobre el reportero de Forbes también contempla penas de entre cinco y diez años de prisión. “La denuncia formal se basa en el artículo 207.3 del código penal ruso: la difusión bajo una apariencia fiable de información deliberadamente falsa sobre el uso relacionado con las fuerzas armadas por odio, enemistad política, ideológica, racial, nacional o religiosa”, ha revelado el abogado del reportero, Konstantín Bubon, a través de su perfil de Facebook.

El régimen ruso ha acusado a Mingázov de desacreditar a sus fuerzas armadas por compartir en su perfil personal de Telegram, La Mingaceta de Jabárovsk —un juego de palabras con su apellido y su ciudad—, las publicaciones de otros canales sobre la matanza ocurrida entre marzo y abril de 2022 en la ciudad ucrania de Bucha. Entre los mensajes figura uno difundido el 4 de abril de 2022 con el título Bucha: pruebas y evidencias. Se trata de una recopilación del reportero independiente Dmitri Kólezev —en busca y captura desde aquel mismo año— de las imágenes tomadas en el lugar por medios como CNN y The New York Times que mostraban los cuerpos de vecinos de Bucha tirados por las calles de la localidad, algunos de ellos amordazados.

Un día antes, el Ministerio de Defensa ruso había negado que sus tropas hubieran matado a civiles en aquella ciudad: “Durante el tiempo que este asentamiento estuvo bajo el control de las fuerzas armadas rusas, ni un solo residente local sufrió acciones violentas”. Semanas después, a finales de abril, el presidente Vladímir Putin dijo al secretario general de la ONU, António Guterres, que aquella masacre había sido un montaje y que el Kremlin sabía “quién preparó esa provocación, con qué medios y qué tipo de personas trabajaron en ella”.

El caso de Mingázov presenta ciertas similitudes con el del corresponsal de la radio alemana WDR, Bjorn Blaschke, multado con 40.000 rublos (unos 400 euros) en febrero de este año por el delito de haber desacreditado al ejército ruso. Según una fuente anónima del medio independiente Ejo Moskvi, la policía sacó a Blaschke de un tren cuando viajaba de Vladivostok a Moscú por un tuit publicado en 2022 en el que vinculaba la ofensiva sobre Ucrania con el encarecimiento del trigo y el combustible en varios países de África. La emisora WDR sacó al corresponsal de Rusia tras su arresto.

Vinculación con Navalni

A diferencia del juicio de Mingázov, las autoridades rusas han optado por presentar cargos de “extremismo” en los casos de los colaboradores de Reuters y Associated Press, Konstantín Gábov y Serguéi Karelin, respectivamente. Ambos permanecerán en prisión preventiva al menos dos meses bajo la acusación de haber participado en las actividades de la organización de Navalni, muerto repentinamente en una prisión del círculo polar ártico en febrero.

“Gábov participó en la preparación de materiales fotográficos y de vídeo para su publicación en el canal de YouTube Navalni LIVE”, manifestó a través de un comunicado el tribunal del distrito Basmanny de Moscú. Según la ficha judicial, Gábov fue detenido en Moscú el pasado sábado. Reuters no ha hecho comentarios sobre el arresto de su colaborador, quien anteriormente trabajó también para los canales rusos Mir y Moskvá 24 y el bielorruso Belsat.

Karelin fue arrestado el viernes en la región ártica de Murmansk, junto a la frontera con Noruega y Finlandia. El cámara, de nacionalidad israelí también, había trabajado antes para la radiotelevisión alemana Deutsche Welle, cuya sede en Rusia fue cerrada por el Kremlin en 2022 como respuesta al veto de Berlín a la retransmisión de Russia Today en alemán. “Associated Press está muy preocupada por la detención del cámara ruso Serguéi Karelin. Estamos buscando información adicional”, ha señalado la agencia para la que trabaja en un comunicado.

Las detenciones de Gábov y Karelin comparten la misma acusación que el arresto de la periodista Antonina Favorskaya, reportera del canal independiente SotaVision, a finales de marzo. La reportera, que podría ser condenada a seis años de cárcel, ha sido vinculada al equipo del disidente tras haber presenciado sus procesos penales de estos últimos años y haber visitado su tumba durante varios días después de su entierro para fotografiar los homenajes al opositor.

Estos encarcelamientos engrosan una lista en la que, además de las expulsiones de varios corresponsales, también figuran dos reporteros estadounidenses detenidos: Evan Gershkovich, del Wall Street Journal, al que el Kremlin acusa de espionaje por un reportaje sobre la fabricación de tanques, y Alsu Kurmasheva, de Radio Free Europe/Radio Liberty (RFERL), declarado “organización indeseable” por Moscú recientemente. Tras esa medida, basta con compartir una noticia de RFERL o hablar con la emisora para ser multado o condenado a cárcel en Rusia.

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