Comunicadores y periodistas consideran que este ha sido el peor sexenio para quienes ejercen el periodismo en el estado; Reconocen que la inseguridad detiene la investigación y calla la voz de la denuncia
El asesinato del Roberto Carlos Figueroa Roberto Carlos Figueroa, ocurrido en Morelos este abril, volvió a poner en evidencia la vulnerabilidad en que se encuentran quienes ejercen esta actividad en el país y el estado, sobre todo si se toma en cuenta que una de las principales líneas de investigación tiene que ver con su actividad profesional.
Los periodistas coinciden: durante este sexenio las condiciones para ejercer la libertad de prensa no han hecho sino empeorar.
De 2022 a la fecha, la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana (SSPC) ha contado 19 asesinatos de periodistas en México. El asesinato de Figueroa, quien dirigía y conducía el portal “Acá en el show”, fue el primero de este año. El comunicador fue secuestrado y posteriormente asesinado, a pesar de que su familia entregó el rescate que exigían sus secuestradores.
Estamos viviendo un momento muy peligroso, aunque, desafortunadamente, lo que está pasando es que estamos normalizándolo y nos acostumbramos a estar polarizados, dudar del otro. Algunos, incluso, empiezan a acusar a los otros con las propias autoridades. Estamos viviendo un momento peligroso
Jaime Luis Brito, corresponsal de Proceso y Latinus
Para Brito, los periodistas morelenses no solo se enfrentan a la falta de condiciones adecuadas en términos de seguridad para el ejercicio de sus actividades, sino también a un esquema que está “ahorcando” a las empresas y teniendo consecuencias cada vez más evidentes en el gremio:
“Hay otros mecanismos que a lo mejor no terminan en el asesinato o la pérdida del empleo, como el ahorcamiento financiero de los medios, los intentos de controlarlos, los amedrentamientos para tratar de censurar a quienes estamos en el campo”, agrega.
Una profesión con carencias
Este año, algunas de las empresas de comunicación con más antigüedad en la entidad tuvieron que liquidar significativamente su personal. En otros casos, los periodistas que pierden su empleo ni siquiera tienen acceso a una liquidación justa.
“Enfrentamos una situación precaria en cuestión salarial. Muchos de los compañeros no alcanzan ni siquiera los salarios mínimos y, por el contrario, tenemos que trabajar en dos o tres empresas para tener ingresos que nos permitan vivir”, agrega Miranda.
La inseguridad detiene la investigación
Ofelia Espinoza, quien cubre la fuente de seguridad en El Sol de Cuautla, considera que los niveles de inseguridad que prevalecen en el estado han llevado a que una buena parte de sus compañeros prefieran limitarse a informar en lugar de investigar, debido al riesgo que implica la labor de investigación:
Al final, lo que hacemos es informar y no tenemos por qué investigar de más en ese tipo de situaciones, o meternos en situaciones apremiantes en temas de inseguridad, de querer decir más cosas. Al final, nos ponemos en riesgo a nosotros mismos. Definitivamente, no hay garantías para ejercer el periodismo, así que tenemos que cuidarnos, y cuidar el gremio
Ofelia Espinoza, reportera de El Sol de Cuautla
Otros compañeros han encontrado en el periodismo de gestión social condiciones mejores para sus actividades. Es el caso de Jacqueline Hernández, cuyo portal está enfocado en contribuir con la ciudadanía a través de la denuncia y la canalización de casos particulares ante las instancias correspondientes:
“Mi periodismo es únicamente el de consignar los hechos, no hay de otra. No he me he enfrentado a problemas delicados, y en ese sentido no se me ha coartado la libertad de expresión”, dice Hernández.