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Macron ofrece a Europa su arsenal nuclear como arma de disuasión

Francia, única potencia atómica de la Unión Europea, ha puesto sobre en mesa el uso de la fuerza de disuasión para proteger también a sus socios. El presidente Emmanuel Macron cree que su arma nuclear es “un elemento ineludible” en la defensa de Europa y ha ofrecido abrir una reflexión. En Alemania, cuya seguridad se apoya desde la posguerra mundial en el paraguas de Estados Unidos, este debate empieza a abrirse paso ante la amenaza rusa y el posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.

Macron ha multiplicado en los últimos días las declaraciones sobre la “dimensión europea” de la disuasión nuclear, seña de identidad de la presidencialista V República y seguro de vida de un país escarmentado entonces por el descalabro ante la invasión alemana de 1940. En Francia es el jefe de Estado, elegido por sufragio universal directo, quien controla el botón nuclear y quien, con sus palabras, garantiza la credibilidad del arma ante los enemigos. De ahí que, cuando se trata de la bomba, cada palabra del presidente, cada silencio, se escrute al detalle.

En un discurso el 25 de abril, Macron definió la disuasión nuclear como “un elemento ineludible de la defensa del continente europeo”. El 26 declaró al grupo de prensa EBRA: “La doctrina francesa es que se puede utilizar [el arma] cuando nuestros intereses vitales están amenazados. Y hay una dimensión europea en estos intereses vitales”. En una entrevista publicada el pasado jueves por el semanario The Economist, precisó: “Por la naturaleza de nuestros intereses vitales y nuestras decisiones, nuestra geografía, contribuimos a la credibilidad de la defensa europea”.

La novedad de las declaraciones de Macron es relativa. Desde el general De Gaulle, los presidentes franceses han defendido la existencia de intereses vitales compartidos entre Francia y sus vecinos. Decía Macron en 2022: “Nuestras fuerzas nucleares contribuyen, por su misma existencia, a la seguridad de Francia y de Europa”. Lo novedoso es el contexto: la guerra en Ucrania y las renovadas amenazas de Trump de abandonar Europa si gana en noviembre, lo que hace que los socios sean más receptivos a la propuesta francesa.

La campaña para las elecciones europeas de junio añade una clave nacional, con críticas desde la izquierda radical a la extrema derecha. “Tocamos [con esta cuestión] al mismo nervio de la soberanía francesa, la soberanía nacional”, dijo en la cadena Europe 1 François-Xavier Bellamy, jefe de lista de la derecha moderada. “Un jefe de Estado francés no debería decir esto”. “Lo había anunciado, él lo negaba, mentía”, declaró Marine Le Pen, líder del Reagrupamiento Nacional. “Emmanuel Macron desea compartir con la Unión Europea nuestra disuasión nuclear”.

Pero ni Macron ni sus antecesores han hablado de “compartir” el arma, según Bruno Tertrais, experto del laboratorio de ideas Fundación para la investigación estratégica y autor de Pax atomica? Théorie, pratique et limites de la dissuasion (¿Pax atómica? Teoría, práctica y límites de la disuasión). “Hay una diferencia entre proteger y compartir”, explicó Tertrais a la cadena France 5. “Nunca se ha planteado compartir la decisión sobre el empleo de las fuerzas nucleares francesas, jamás, ni tampoco compartir el presupuesto nuclear entre Francia y Alemania, como dicen algunos”.

La disuasión francesa se apoya en un componente aerotransportado y otro oceánico. Lo cuenta el periodista Jean-Dominique Merchet en otro libro recién publicado, Sommes-nous prêts pour la guerre? L’illusion de la puissance française (¿Estamos preparados para la guerra? La ilusión de la potencia francesa). La fuerza oceánica consta de cuatro submarinos nucleares, de los cuales, al menos uno está en el mar. La fuerza aerotransportada consiste en aviones Rafale con misiles. Francia, según datos del instituto sueco SIPRI citados en el libro, tenía 290 cabezas nucleares en 2021, el 2% del arsenal mundial, que en un 90% está en manos de Rusia y Estados Unidos.

Merchet imaginaba durante una conversación reciente un escenario en el que Francia pusiese a disposición de Polonia 20 misiles nucleares. Se instalarían en una base polaca. París mantendría el control. “No es ciencia ficción”, dice el autor, “es exactamente lo que los estadounidenses hacen desde los años cincuenta con Alemania, Países Bajos, Bélgica, Italia, Turquía”. Ahora bien, añade, “proponer esto no puede hacerse así como así”. Exigiría hacerlo en el marco de la OTAN y obligaría a Francia a ingresar en el llamado Grupo de Planes Nucleares, del que ahora está ausente.

“No se trata de sustituir a los americanos, esto es absurdo”, analiza Merchet refiriéndose a la hipótesis de un paraguas nuclear francés ampliado a Europa. “Se trata de ofrecerlo a nuestros aliados, aunque el seguro principal seguirá siendo EE UU. Se trata de decirles a los aliados: ‘El mundo es complicado, con Trump no se sabe, y nosotros ofrecemos la posibilidad de un seguro complementario”. “Pienso”, afirma el periodista, “que Francia debería proponerlo a sus aliados europeos, especialmente a Alemania, a Polonia u otros”.

Es un debate que una victoria de Trump en noviembre podría impulsar. En febrero, el expresidente de EE UU contó que, en una conversación con un líder de Europa, le amenazó con despojarle de la protección estadounidense ―e incluso animaría a Rusia a atacarle― si no aumentaba sus contribuciones a la OTAN. Puede entenderse como uno más de sus exabruptos y nada indica que Washington vaya a marcharse de Europa; Trump no lo hizo en su anterior mandato. Pero en países como Alemania un futuro sin el paraguas nuclear de EE UU es una hipótesis que no se toma a la ligera.

En un artículo en el diario Frankfurter Allgemeine, el ministro de Finanzas y líder liberal, Christian Lindner, se preguntaba: “¿Bajo qué condiciones políticas y financieras estarían París y Londres dispuestas a mantener o ampliar sus capacidades estratégicas para la seguridad colectiva? Y ¿qué contribución estamos dispuestos a aportar nosotros? Cuando está en juego la paz y la libertad de Europa, no debemos esquivar estar preguntas difíciles”. El ministro de Defensa, el socialdemócrata Boris Pistorius, calificó de “frivolidad” abrir este debate sobre la base de unas declaraciones de Trump.

Pero algo está cambiando, según el especialista François Heisbourg, consejero sénior del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. “Hasta ahora, cuando los franceses decían que estaban dispuestos a hablar de lo que [el ex primer ministro] Alain Juppé llamaba ‘disuasión concertada’, la ausencia de interés de Alemania era total, absoluta”, comentó tras escuchar las reacciones en Berlín a las palabras de Trump. El de hoy es otro mundo. El del presidente ruso Vladímir Putin, el de Trump. “Por primera vez, se debate a un nivel político más elevado”, dijo Heisbourg. “Quizá empiece una verdadera discusión”.

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