Fue solo un día lo que Jack Carter Rhoad, Callum Robinson y Jake Robinson estuvieron vivos en México. Los tres jóvenes cruzaron el 26 de abril desde Estados Unidos hacia Baja California y 36 horas después habían desaparecido. Pasaron ocho días hasta que las autoridades encontraron sus cuerpos en un pozo y sus familias los identificaran. El crimen ha reavivado las alarmas sobre la violencia en el país a nivel internacional. El Gobierno de Estados Unidos ha emitido nuevas advertencias para quienes quieran a viajar a México y Australia se estremece por esta “experiencia absolutamente horrenda”. La secretaria de Exteriores mexicana, Alicia Bárcena, ha salido a manifestar sus condolencias por el crimen.
“Esto comienza...”, escribió Callum Robinson, de 30 años, el 26 de abril, en una imagen de dos camionetas con tablas de surf con las olas al fondo. Robinson vivía en San Diego, donde era jugador de lacrosse. Allí había llegado a visitarlo su hermano Jake, desde Australia, donde trabajaba como médico. Ambos eran originarios de Perth, en la costa oeste australiana. Los dos jóvenes solían compartir imágenes en Instagram de sus viajes. México fue el último.
En esos días estaban viajando junto al estadounidense Jack Road, también de 30 años. Los jóvenes compartieron en redes sociales fotos de sus vacaciones en Baja California: en el popular punto de surf KM 38, en Rosarito, acariciando a un perrito; en Ensenada tomando una cerveza; una foto en un jacuzzi o un video de un trompo al pastor. Las imágenes se acaban el 27 de abril con los tres jóvenes con un café frente al océano, en la playa de San Miguel. El parón de las publicaciones fue uno de los aspectos que alarmaron a sus amigos. Se sumó que los surfistas no llegaron esa noche a su alojamiento cerca de Rosarito. Tampoco lo hicieron después.
El 30 de abril, un amigo de los jóvenes presentó la denuncia por desaparición ante la Fiscalía de Baja California. Sin embargo, no fue hasta un día después que el caso estalló. El 1 de mayo, la madre de Callum y Jake, Debra Robinson, pidió ayuda. La mujer australiana publicó un mensaje en un popular foro de Facebook, de habla inglesa, donde hay más de 120.000 integrantes. Buscaba cualquier pista para encontrar a sus hijos. La publicación corrió como la pólvora. Pronto, medios estadounidenses y australianos compartieron la información para encontrar a los jóvenes, junto a los datos sobre el nivel de violencia que enfrenta México. El eco internacional obligó a la Fiscalía estatal a apresurarse.
El 2 de mayo, a unos 15 kilómetros de Punta San José, otro popular lugar de surf en el Estado, en un camino vecinal se encontró el campamento donde habían estado las víctimas. El lugar, llamado La Bocana de Santo Tomás, ha sido descrito por la Fiscalía como una zona despoblada y muy alejada de la comunidad, donde ni siquiera hay señal telefónica ni de internet. Es ahí donde acamparon los jóvenes y donde hallaron sus tiendas de campaña quemadas. “Se encontraron varillas pertenecientes a casas de campaña, un casquillo de arma de fuego, algunas botellas de plástico, manchas hemáticas y unas huellas de arrastre, como de bultos pesados”, indicó la fiscal de Baja California, Elena Andrade, “lo que nos hacía sospechar que fueron agredidos con violencia y dudábamos de la localización de ellos con vida”.
Los presagios se cumplieron un día más tarde, cuando en un profundo pozo, a unos seis kilómetros del campamento, se encontraron los cuerpos. El hallazgo de este hueco, que tenía 15 metros de profundidad y agua, fue como encontrar “una aguja en un pajar”, señaló la Fiscalía, puesto que estaba en una zona de muy difícil acceso y tapado con unos tablones de madera. Andrade explicó que llevó horas la extracción de los cadáveres, que finalmente fueron identificados por las familias el domingo en la tarde.
Un asalto con violencia
La hipótesis preliminar de la Fiscalía apunta a un asalto que terminó en ejecución. Según las autoridades, los surfistas decidieron acampar en este acantilado, por donde también pasaron los agresores, a bordo de un vehículo Ford Ranger blanco. “Al tener a la vista el vehículo tipo pickup marca Colorado color blanco, propiedad de las víctimas, se acercaron con el ánimo de apoderarse del vehículo, extraer las llantas u otras piezas, para ponerlas en su propio pick up, un modelo más antiguo. Al acercarse y sorprender a estas personas, seguramente hubo resistencia por parte de ellos y los agresores sacaron un arma de fuego y privaron de la vida”, ha relatado la fiscal.
Por la opinión de los peritos, las autoridades mexicanas creen que los agresores dispararon primero a uno de los jóvenes, que se opuso al robo del vehículo, y después a los otros dos que salieron a defender a su compañero. “Al ver que se les sale de control lo que originalmente fue un robo tratan de deshacerse de los cadáveres arrojándolos al pozo”, ha apuntado Elena Andrade. Los tres cuerpos presentaban un disparo en la cabeza.
De momento, hay tres detenidos por el crimen. El principal es Jesús Gerardo ‘N’, alias El Kekas, quien cuenta con antecedentes penales y está acusado de desaparición forzada. Hay otros dos arrestados, la novia y el hermano de El Kekas, de quien se trata todavía de determinar su participación. La mujer fue descubierta con uno de los celulares de los jóvenes. Además, en el Ford Ranger blanco encontraron la presunta arma de fuego con la que dispararon a los surfistas. La camioneta Chevrolet Colorado de las víctimas fue hallada calcinada a unos 60 kilómetros del lugar del crimen.
Alarma internacional
El caso ha despertado las alarmas internacionales. El tesorero federal de Australia, Jim Chalmers, afirmó que la identificación de los cuerpos de Callum y Jake Robinson era una “noticia francamente horrenda”: “Creo que el corazón de todo el país está con todos sus seres queridos. Ha sido una experiencia absolutamente horrenda, absolutamente horrible y nuestros pensamientos están con todos ellos”, dijo. En esa misma línea se pronunció Roger Cook, el primer ministro de Western Australia, de donde eran originarios los dos hermanos: “Todos los habitantes de Australia Occidental están sufriendo a medida que escuchamos más aspectos de esta historia, la violencia a la que estuvieron expuestos y, por supuesto, la pérdida de vidas”.
El domingo, alrededor de 500 personas, la mayoría surfistas, se manifestaron en Ensenada para pedir más seguridad. En el mismo grupo de Facebook, Talk Baja, donde se dio el aviso de la desaparición de los jóvenes, se están compartiendo consejos de seguridad y referencias de acampadas seguras. La gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila, ha tratado de aplacar los ánimos: “Baja California es y seguirá siendo un Estado con un turismo seguro para las miles de personas que nos visitan del resto del país y del mundo. Envío mis condolencias y mi solidaridad a las familias en este difícil momento”. “No son ataques en su calidad de turistas, fue con el ánimo de robar un vehículo, seguramente desconocían el origen de estas personas”, dijo por su parte la fiscal Elena Andrade.
El caso también ha sacado a la luz la diferencia de investigación en las desapariciones. En una semana, la Fiscalía ha encontrado los cuerpos de los jóvenes surfistas, ha identificado a los sospechosos del crimen y tiene la hipótesis de por qué ocurrió el ataque. Mientras, en Baja California hay más de 2.700 personas desaparecidas, según el registro de la Secretaría de Gobernación. Incluso en el pozo donde encontraron a Jack Carter Rhoad, Callum y Jake Robinson, había un cuarto cuerpo. Llevaba ahí más tiempo. Todavía no saben a quién corresponde.