Cd. de México (16 septiembre 2016).- El Presidente Enrique Peña Nieto cumplió con el protocolo de la ceremonia del Grito de la Independencia acompañado de invitados de la sociedad civil, en Palacio Nacional.
A las 22:49 se abrieron las ventanas del balcón principal y 10 minutos después, entre gritos de priistas mexiquenses de "!Peña! !Peña!" instalados en las primeras filas del Zócalo, soltó la arenga tradicional.
"Vivan los héroes que nos dieron patria y libertad. Viva Hidalgo. Viva Morelos. Viva Josefa Ortiz de Domínguez. Viva Allende. Viva Aldama. Viva Galeana. Viva Matamoros. Viva Guerrero. Viva la Independencia Nacional".
Luego vinieron los "Viva México".
Para ese momento sólo él aparecía en el balcón y, con el arranque de los juegos pirotécnicos, aparecieron los seis hijos de él y su esposa Angélica Rivera.
Aunque la Presidencia presumió a los invitados especiales como la novedad en la celebración, éstos quedaron en los balcones más alejados del de Peña Nieto, pues los primeros fueron para sus hermanos, mamá, primos, sobrinos, y para los miembros del Gabinete presidencial y sus familias.
En total fueron 650 ciudadanos, entre directores de organizaciones no gubernamentales, rectores de universidades, artesanos, investigadores, defensores del medio ambiente, emprendedores, productores del campo, chefs, becarios y beneficiarios de programas sociales.
Además se convocó a seis derechohabientes del IMSS que recibieron trasplantes del corazón o riñón y a líderes de comunidades indígenas.
El Presidente también pidió que participaran elementos de las Fuerzas Armadas que han sido reconocidos por su participación en la lucha contra la delincuencia y labores sociales.
Estos se unieron a otros 200 invitados tradicionales: funcionarios, representantes del Congreso y del Poder Judicial, mandos militares y familias.
Como no se dieron abasto los 17 balcones para los 850 asistentes, en esta ocasión el piso de arriba también fue abierto para los participantes y se saturaron algunas ventanas.
Sonriente, como desde hace varios días no se le veía, el Presidente disfrutó los tradicionales juegos pirotécnicos, para después despedirse de la multitud con los brazos cruzados, como símbolo de abrazo.
Su esposa lo acompañó luciendo el mismo vestido, entre gris y azul de pedrería, que utilizó en una visita a los Reyes de España en 2014. Mientras que las hijas del matrimonio portaron vestidos de gala negros, dorados y blancos con negro.
Una vez que se cerraron los ventanales del balcón principal, el Presidente recorrió los salones donde se formaron los invitados para saludarlos prácticamente de mano a cada uno.
Debido a que por segundo año no hubo cena, los invitados llevaron la fiesta a otro lado.