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El apoyo de China y Corea del Norte a la industria bélica de Rusia desata las alarmas entre EE UU y sus aliados

La firma de un acuerdo de “asistencia mutua en caso de agresión externa” entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, esta semana ha causado consternación en Washington. El pacto consolida un alineamiento cada vez más intenso de Rusia con sus vecinos autoritarios en Asia ―Corea del Norte y China― que alarma desde hace tiempo a Estados Unidos y sus aliados en Europa y Asia. El apoyo de Pekín y Pyongyang al esfuerzo bélico de Moscú en Ucrania será uno de los temas dominantes en la cumbre de la OTAN en Washington el mes próximo, entre advertencias de que lo que ocurre en Asia tiene un impacto en el Viejo Continente.

“La visita de Putin a Corea del Norte demuestra y confirma el alineamiento muy estrecho entre Rusia y Estados autoritarios como Corea del Norte, pero también China e Irán. También demuestra que nuestra seguridad no es regional, es global. Lo que ocurre en Europa importa a Asia, y viceversa. Y eso se demuestra claramente en Ucrania, donde Irán, Corea del Norte, China sostienen y alimentan la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania”, declaraba esta semana el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, durante una visita a Washington para preparar la cumbre.

Pyongyang y, sobre todo, Pekín, se han convertido en proveedores imprescindibles de la industria de armamento rusa. Corea del Norte, mediante el suministro de munición y artillería. China, gracias a una explosión de las exportaciones de productos de uso dual (civil y militar), según denuncian Estados Unidos y la OTAN. El acuerdo suscrito entre Putin y Kim no solo “lleva la relación bilateral a cotas que no se daban desde el final de la Guerra Fría”, sino que también “simboliza y confirma que Corea del Norte va a seguir proveyendo de munición y misiles a Rusia, lo cual permitirá a Putin continuar su invasión de Ucrania”, analiza el profesor Ramón Pacheco Pardo, de la London School of Economics y catedrático para Corea de la Vrije Universiteit Brussel.

“Corea del Norte ha transferido ilegalmente decenas de misiles balísticos y más de 11.000 contenedores llenos de munición para contribuir al esfuerzo de guerra ruso”, denuncia el Departamento de Estado en Washington. Hasta 4,8 millones de proyectiles norcoreanos pueden haberse disparado en la guerra en Ucrania, según el Departamento de Defensa de Corea del Sur.

Si a Washington le preocupa que Corea del Norte proporcione munición a Rusia, también le mantiene en vilo qué es lo que el régimen del tercero de la dinastía de los Kim ―al frente del único país del mundo que ha completado pruebas nucleares en lo que va de siglo― esté obteniendo o vaya a recibir a cambio de su ayuda. “¿Dinero en efectivo? ¿Suministro energético? ¿Capacidades para hacer más avanzados sus productos nucleares o sus misiles? No sabemos. Pero nos preocupa, y lo observamos cuidadosamente”, declaraba la semana pasada el subsecretario de Estado, Kurt Campbell, en una charla en el think tank Stimson. “Toda la relación entre Rusia y Corea del Norte es algo que nos preocupa y vigilamos con cuidado”.

Preocupa no solo el efecto que la colaboración de los dos países autoritarios pueda tener en el campo de batalla en Ucrania, sino también en la estabilidad del noreste asiático. El nuevo acuerdo “deja claro que Rusia va a continuar apoyando el programa de misiles balísticos, de satélites espía y nuclear de Corea del Norte. Eso es una amenaza directa contra Corea del Sur y Japón, los principales aliados de EE UU en Asia”, apunta Pacheco Pardo.

Pero si la ayuda norcoreana es significativa, la que quita el sueño a Washington, es la que China proporciona a Moscú, según denuncia. Pekín, que desde el comienzo de la guerra se ha querido dibujar como un país neutral, no envía armamento a su socio. Pero sí material de uso dual de “alta prioridad”, cuyo trasvase al país vecino se ha disparado, sobre todo desde la visita de Xi Jinping a Moscú en marzo del año pasado: alcanzó un máximo de 600 millones de dólares (unos 561 millones de euros) en diciembre pasado y ahora supera los 300 millones de dólares mensuales, según Nathaniel Sher, del think tank Carnegie Endowment. “La dependencia rusa de China para productos de gran prioridad explotó del 32% en 2021 al 89% en 2023″, escribe este experto.

“En lo que respecta a los componentes clave y electrónicos que el Kremlin necesita para su maquinaria de guerra, se ha pasado de los componentes militares de gama muy alta a los de uso dual, o incluso tecnologías puramente civiles. Como resultado, la composición de los suministradores de Rusia también ha cambiado, en la medida en que más productos militares que entran en Rusia proceden de suministradores civiles o de uso dual”, apunta también un reciente informe del think tank CSIS. “China ha sido el principal socio militar de Moscú a lo largo de este periodo, en el que ha aportado apoyo directo e indirecto a la maquinaria militar rusa”.

Pekín aporta el 70% de las herramientas para maquinaria y el 90% de los componentes microelectrónicos que importa Moscú, según el Departamento de Estado estadounidense. Ese material, denuncia Washington, ha ayudado a Rusia a mantener su base industrial militar pese a las sanciones y a las pérdidas registradas en el campo de batalla. El pasado diciembre, el Ministerio de Defensa ruso aseguraba que sus fábricas le habían entregado 1.500 tanques, 2.200 vehículos blindados, 1.400 misiles y armamento de artillería y 22.000 drones.

“Si China fuera a poner fin a su apoyo a Rusia, Moscú tendría problemas para mantener su guerra contra Ucrania”, resume un alto cargo del Departamento de Estado. “Este apoyo posibilita activamente la guerra contra Ucrania, y representa una amenaza significativa contra la seguridad europea”, asegura. “Pekín cree que puede potenciar a Putin y apoyar de modo retórico y material a la mayor amenaza contra la seguridad transatlántica sin coste para sus relaciones con Europa”.


El presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, durante la visita del primero a Pyongyang, en una imagen divulgada el 20 de junio. KCNA (via REUTERS)

El presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, durante la visita del primero a Pyongyang, en una imagen divulgada el 20 de junio.

En concreto, las empresas chinas proporcionan a Moscú, además de componentes microelectrónicos y herramientas para maquinaria, tecnología de drones y misiles de crucero, componentes ópticos y nitrocelulosa, que Rusia utiliza para fabricar propulsores para armamento.

Con estos materiales el régimen de Putin produce, entre otras cosas, un dron del tipo FPV (First Person View, con vista en primera persona, muy manejables y rápidos) fabricado casi enteramente con componentes chinos, que “típicamente cuesta menos de 500 dólares por unidad ensamblar, y puede transportar una serie de armas y municiones a 160 kilómetros por hora hacia su objetivo”, según el informe del CSIS. Cálculos ucranios citados en el documento apuntan que Rusia podría fabricar cerca de 300.00 unidades mensuales.

Para 2023, el comercio entre China y Rusia había alcanzado un nivel récord de 240.000 millones de dólares, un salto del 26,3% con respecto al año previo que ha colocado a Pekín como el principal socio comercial de Moscú. Las exportaciones chinas a su vecino crecieron un 64,2% entre 2021 y 2023. Las de repuestos de herramientas para maquinaria, entre un 80% y un 90% en 2023. Los rodamientos, un 345% desde 2021 hacia Rusia y un 2.500% hacia Kirguistán, “también probablemente encaminadas hacia Rusia”, según cálculos citados por el informe del CSIS.

Estados Unidos planteó la cuestión durante la visita del secretario de Estado, Antony Blinken, a Pekín en abril. Desde entonces ha impuesto sanciones a empresas chinas por su colaboración con el esfuerzo de guerra ruso, la última ronda la semana pasada. Y asegura que si Pekín no deja de apoyar la industria militar rusa, adoptará medidas más contundentes.

En su visita a Washington, Stoltenberg también reclamó públicamente “consecuencias” para Pekín por su comportamiento. “China no lo puede tener todo. No puede seguir teniendo una relación comercial normal con países europeos y al mismo tiempo alimentar la mayor guerra que hemos visto en Europa desde la II Guerra Mundial”, sostenía el martes durante una rueda de prensa conjunta con Blinken. “Continuar como hasta ahora no es viable”.

“Vemos cuánto apoyo militar recibe Rusia de Corea del Norte, pero también de Irán, y cómo China está apuntalando su economía de guerra. Y esta es también una de las razones por las que en la cumbre de la OTAN reforzaremos aún más la asociación con nuestros socios de la región Asia-Pacífico: Australia y Nueva Zelanda, Corea del Sur y Japón”, ha destacado el alto cargo internacional.

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